El consumo del alcohol, un problema que alcanza a los escolares
El consumo del alcohol, un problema que alcanza a los escolares

Hicieron un buen plan para ir a “embriagarse: evadirse del colegio, llevar una ropa diferente en la mochila y esconderse en el cerro. Allí mezclaron la gaseosa con el ron y empezaron. Eran escolares que querían sentirse borrachos, llorar entre copas y emborracharse por primera vez en su vida. Pero cuando estaban a la mitad del compartir, alguien los descubrió, avisó a serenazgo y su tranquila mañana de tragos se convirtió en una carrera cerro arriba, escapando para que no los agarren. Al final, terminaron en la comisaría de la Familia, esperando para que sus padres los recojan.

QUÉ BEBER. ¿Qué tan malo puede ser embriagarse en el colegio? ¿Qué tan malos tragos consumen los escolares? ¿Se chupa o se toma? Lea y siga cuáles son algunas de las situaciones y bebidas que un escolar o adolescente prefiere. Primero, ellos chupan, no se embriagan, porque el ánimo jocoso entre amigos hace que la jerga brote. Ahora, no beben cerveza, whisky o vodka, sino ron, pisco quebranta, caña, filing, Punto G o simplemente trago ‘calato’. Compran “petaquitas” (botellas pequeñas) o “chilcanos” (ron con té) para no gastar mucho. Ninguno de estos sobrepasa los 10 soles. Es baratito nomás, porque sino la propina no les alcanza, nos comenta Andrés, un escolar de quinto año que fue intervenido bebiendo en La Rivera.

NÚMERO. El último reporte de la oficina de serenazgo Huancayo, alcanza un número de 5 intervenciones en los tres últimos meses, en cada una se intervino a 5 o 7 escolares con su trago y gaseosa. “Es para divertirnos entre los patas porque al final el trago no es rico”, nos dice Andrés.

BARATO Y MALO. No es un delito embriagarse en el colegio, pero tampoco una hazaña y menos con la calidad de tragos que compran los escolares. Jesús Vila, bromatólogo de la municipalidad de Huancayo, señala que el mayor problema con estos licores es que no tienen un registro sanitario y se elaboran de manera clandestina. “Serán unos 7 u 8 locales que hemos intervenido en los últimos meses”, dice. Incluso se hacen tragos con maceraciones de maca u otros alimentos, pero todos de manera clandestina, es decir lo hacen en una casa y lo sacan a la tienda y el escolar desesperado por emborracharse por primera vez en su vida, compra nomás. “Hay algunas señoras que te venden escondido porque somos menores, ahí ya qué te vas a fijar la fecha u otra cosa”, dice Andrés. En ese momento, su madre llega y él se pone serio para que no lo regañen. El año pasado, en un local cerca de una conocida universidad, se halló que expendían “jarritas de trago”, en las que mezclaban alcohol de 96° con gaseosa, unión casi mortal. “Los consumidores deben saber dónde compran, verificar el registro sanitario”, refiere el bromatólogo.

LUGARES. La mayor parte de escolares se escapan o “tiran la vaca” del colegio para beber. Se trata de locales con fachada de discoteca, ubicados estratégicamente en los distritos de Huancayo, El Tambo y Chilca. Allí se divierten y disfrutan, porque los dueños de los locales se lo permiten.

Esa es la aventura, la travesura del colegio, pero nociva para la salud.

Los estudiantes que inician esta historia fueron intervenidos ayer alrededor de las 11 de la mañana. Sus delatores fueron algunos campesinos que los vieron por el sector de Torre Torre y de inmediato llamaron a serenazgo Huancayo. Elizabeth C. M., Milagros S. G., Cristian T. P., y Deivis H, todos de 17 años, habían intentado fugar pero los atraparon. ¿Por qué estaban tomando?, les preguntaron. Porque es nuestro último año juntos, dijeron. Un brindis por ello.

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