Teófilo Hinostroza: el fotógrafo que solo vestía de terno
Teófilo Hinostroza: el fotógrafo que solo vestía de terno

Él era un hombre elegante, siempre de terno y siempre quiere decir que nunca usaba otro tipo de ropa. Había llegado de muy niño a Huancayo en la década de los 30, desde Colcabamba, buscando algo mejor para su vida. Trabajó como ayudante de un fotógrafo, con quien formó su “buen ojo” de artista. Allí, Teófilo Hinostroza empezó sacando sus primeras fotos en blanco y negro, descubrió que su pasión estaba en fotografiar las costumbres, los paisajes. Esa labor dedicada por muchos años, ha dejado el mejor registro fotográfico del siglo pasado de la región central del país.

Luego de estar como ayudante, formó su propia casa fotográfica. “Foto: El Arte” la llamó, y fue de allí de donde salieron sus mejores registros, fotografías que revelan, una gran proximidad y espontaneidad, en medio de una composición impecable y un depurado oficio en el manejo de los juegos de luces y sombras. Tomaba su cámara Mamiya, y salía con rumbo al pueblo que el destino le pusiese. Su manejo del quechua le permitía cierta cercanía con la gente, esa que se hace visible en su trabajo. Porque era un gran conversador. A todo aquel que llegaba a su estudio en la cuadra 3 de la calle Real, le lanzaba una frase amable, que por aquí y por allá y el diálogo se distendía por horas. Así conoció al gran José María Arguedas, un amigo al que fotografió muchas veces. De su legado, Zoila Hinostroza, su hija, es la única heredera que guarda más de 12 mil negativos y películas inéditas en cintas de 16 milímetros. Hinostroza fue comparado con uno de los mejores fotógrafos del país, Martín Chambi, y vaya que lo merece.

En agosto de 1991 al fotógrafo le dio un paro cardíaco a dos cuadras de su casa. Estaba en plena organización de un congreso de cultura andina. Lo internaron en el hospital El Carmen y el Día Mundial del Folklore, curiosa coincidencia, falleció en un camastro.

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