"Existen unos 900 egresados", afirma la embajadora Liliana de Olarte, directora de la Academia de diplomáticos del Perú, Javier Pérez de Cuellar. De ellos, 650 están en servicio, el resto se encuentra en situación de retiro o fallecieron, cuenta. Trabajan en embajadas y consulados. En países como Francia y Estados Unidos, pero también en sitios alejados como Hong Kong, Egipto u organismos internacionales como la ONU o la OEA. Contra lo que se cree, esta profesión puede ser muy dura y tiene una alta carga humanitaria por su ayuda a los más de tres millones de compatriotas que viven en el exterior. Los diplomáticos terminan siendo el puente con su país. Pero ¿qué significa ser un diplomático de carrera en el Perú?, ¿es todavía una profesión muy ligada a la aristocracia o comienza a expandirse a todos los estratos? ¿Cómo se forman? ¿Quiénes son?

"Lejos de lo que se piensa, que el diplomático tiene una conducta asociada a la frivolidad cortesana, encontramos que es todo lo contrario: cumple misiones en lugares alejados, es funcionario administrativo, es el último en irse de su oficina en donde halla sido destacado y no tiene horario", hace una aproximación sobre este trabajo el internacionalista Miguel Rodríguez Mackay, quien además es profesor de Derecho Diplomático.

En la revista Bilateral, la directora De Olarte de Torres-Muga grafica un poco más el trabajo de estos funcionarios, preparados en la Academia para llevar a cabo tareas de representación, negociación e información, "así como la promoción comercial, defensa de los intereses nacionales y protección de los compatriotas". Fotos: Difusión / Johanna Valcárcel

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