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La mayoría de casonas y quintas del , que albergan a decenas de familias, se encuentran a punto de colapsar y se desplomarían con un fuerte terremoto, causando desgracias.

Rocío Cárdenas, vecina que reside en el jirón Libertad 315, junto a otras 11 familias, reconoce la fragilidad de su vivienda.

“Hace unos dos años vinieron a ver las estructuras de esta casona. Desde esa fecha, no han vuelto a aparecer”, señala. “Hemos puesto estas vigas para soportar el peso de los balcones del interior y que no se caiga; no la municipalidad. Acá hay niños y ancianos”, finaliza.

Una situación similar vive Olga Vargas, quien hace unos meses vio cómo se desplomó una pared de su vivienda de adobe, quincha y madera del jirón Cajamarca 363, sin que hubiera un temblor.

“Fui a la municipalidad y me dijeron que me cobrarían 50 soles por limpiar el metro cuadrado de desmonte. Soy anciana y no tengo recursos para pagarlos”, dijo afectada.

DEFENSA. Consultado sobre el tema, Marco Delgado, subgerente de Defensa Civil del municipio del Rímac, manifestó que la comuna trabaja en cursos de educación comunal para que los pobladores reconozcan el estado en que viven y cómo protegerse.

“La primera etapa se realiza en las laderas de los cerros del distrito, como es el caso de Leticia, y se continuará con las casonas del centro histórico en una segunda etapa”, señala.

Dijo, asimismo, que el municipio bajopontino realiza un estudio de evaluación de riesgos de los inmuebles que por su antigüedad están al borde de colapsar.

Esto, explicó, permitirá conocer qué familias son propietarias o tienen la calidad de inquilinos en cada inmueble del centro histórico rimense.

“Si la familia que habita es inquilino, se le remitirá una carta al propietario del lugar por alquilar un predio exponiendo la vida de los habitantes. La procuraduría municipal haría la denuncia respectiva en prevención del delito”, explicó.

Delgado manifestó que una vez que se identifique a los propietarios de los inmuebles, se procederá a implementar una campaña de sensibilización para que los moradores abandonen el lugar, por representar un riesgo para sus vidas.

Es la parte más difícil del proceso, acotó.