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Desde tiempos inmemoriales, la  está presente en nuestro país. Los vestigios de los trabajos hechos por las culturas precolombinas e inca así lo demuestran. Pero, la modernidad y la tecnología amenaza con extingirlos. Solo en el Valle del Mantaro, el número de artesanos se ha reducido en un 80%. Y es que los pocos que quedan se ven perjudicados con el alto precio de las materias primas y falta de tecnificación de sus productos. Uno de los artesanos más reconocidos en el distrito de Hualhuas en , es Faustino Maldonado, quien informa que hace unos años, habían 4 asociaciones de artesanos, hoy en día no hay ninguno. “Los gobiernos no nos defienden, los hijos no continúan con la tradición, porque prefieren buscar otras oportunidades”, expresa con preocupación.

Fue hace 42 años que Faustino Maldonado junto a su esposa Agripina Lazo fundó el taller familiar de artesanía, que quizá, en la actualidad sea uno de los mejores de Hualhuas. Y es que este hijo de artesanos no solo heredó esa sangre de artista a sus cuatro hijos (a quienes bautizó como Graciela, Gabbler, Glider y Gabriela), sino también, les inculcó el respeto, la humildad y la unión. Esto basado en el reglamento de los incas, que dice Ama Sua (No robes), Ama Quella (No seas ocioso) y Ama Llulla (no mientas), tal como se muestra en la entrada del centro artesanal.

Tahuantinsuyo. Ingresar a la casa de Faustino es una experiencia enriquecedora. Orgulloso de lo logrado en estos años, nos enseña el proceso de confección de sus telares, desde la transformación de la materia prima, el hilado de la lana de carnero, llama y alpaca, el teñido (con tintes naturales en base a cochinilla, retama y chilca) y el trabajo en final, es decir el producto terminado y tejido a mano.

El centro artesanal “Tahuantisuyo” es el taller es más visitado de Hualhuas, los turistas admiran y compran las prendas. Entre las que más resaltan se encuentran los cubrecamas sin costura de dos plazas y dos plazas y media, trabajados en los grandes telares de 3 y 5 metros. Asimismo están los ponchos, bolsos, cojines, tapices, entre otros. A esto se suman las manualidades que hacen del lugar en un santuario del tejido.

Exportación. “Ahora los grandes mercados nos exigen calidad, los productos tienen que estar acreditados bajo las normas nacionales. Por ello, debemos asociarnos y unirnos”, señala Faustino. Y es que la exportación de sus productos hace que los precios se incrementen hasta en un 400% más. Esto muy bien lo sabe Faustino que con ayuda de sus hijos ha hecho de las redes sociales su mejor apoyo. “Tenemos nuestra página web (www.tallertahuantinsuyo.com) que es vista a nivel mundial, recibimos pedidos de países como Alemania y EE.UU.”, refiere. “Sí se puede vivir del arte, yo he vivido y educado a mis hijos con la artesanía, lo que hace falta es la innovación y calidad del tejido”, enfatiza.

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