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“Señora, mi más sentido pésame”, le dice al oído. “Me presento, disculpe, soy de la funeraria Castillo y quiero ayudarla”, agrega, mientras la mujer mira desconcertada a aquel menudo joven que viste un chaleco azul . “Hay que confiar en Dios, él sabe lo que hace”, agrega rápidamente el muchacho y luego del apoyo moral, le menciona a la dolida mujer los diferentes precios y promociones de los servicios mortuorios de su funeraria.

Es la tarde del viernes y en el 4to piso del hospital Honorio Delgado Espinoza, donde se ubica la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), Henry Castillo (27) se acerca con cautela a la apenada mujer, que es la hija del hombre que acaba de fallecer en una de las habitaciones del establecimiento. Simultáneamente, otro vendedor trata de conversar con la clienta, pero se detiene al ver a Henry, ya sabe que el que llega primero, hace el negocio.

Henry lleva 10 años haciendo lo mismo, pero con singular cuidado. Nos confiesa que para este negocio hay que tener muchos contactos y buen tino . “No es como vender pan, tienes que tener un trato especial”, precisa.

Cada día sale a trabajar sin importar la hora, todo dependerá de si sus dateros le avisan a tiempo la muerte de alguien o si hay algún paciente terminal en uno de los hospitales locales. Usa los medios de comunicación para saber si hubo algún accidente y no falta un policía o el trabajador de un hospital que le avisa a tiempo de las urgencias, a veces por amistad y otras tantas por una comisión de la venta del ataúd.

EL NEGOCIO. “Mira, este no es un trabajo como cualquiera, eres un vendedor de ataúdes y a tu cliente tienes que ofrecerle toda la variedad de modelos y precios, con un trato especial, para que vea que le vas a solucionar el problema ”, repite Fredy Caceres, de la Funeraria “Puerta al Cielo”. Arequipeño de 33 años , se siente orgulloso porque hace un año es propietario de este negocio. Lleva una década en el medio y tiene bien en claro que negociar con la muerte es un acto humano donde además de la venta, da apoyo moral a sus clientes. Claro, no deja de lado que hay para todos los bolsillos, al contado y al crédito . Sabe que la competencia es dura, porque los precios se transan ahí, frente al comprador y en el momento preciso.

Los servicios van desde los dos mil soles hasta los siete mil, dependiendo de los acabados, modelo y del tamaño del cajón, además de los trámites para recoger el cadáver, el maquillaje, la vestimenta, el velorio, la capilla y carroza.

La mayoría de las funerarias dan movilidad gratis para el traslado de los arreglos florales. “Yo soy el dueño de esta funeraria y lo que siempre les digo a los vendedores es que hay que levantar el animo, nadie está libre de la muerte, a nosotros también nos puede tocar”, comenta Henry Pares (55), quien es como un profesor para sus trabajadores. Su negocio lleva el nombre de “Sagrado Corazón” y tiene 15 años.

“Un día me pasó algo curioso, fui a hablar con un familiar y este me mandó al diablo, pero educadamente traté de convencerlo, hasta que aceptó mis servicios, tenemos que tener algo de psicología para este trabajo”, dice Henry

Cerca de 20 vendedores que laboran en las diferentes funerarias, a veces coinciden en el lugar y tratan de ganarse al cliente hablando mal de su competidor, eso es normal en este negocio. “Para qué trabajar así, mira yo apoyo a los deudos con los trámites y los otros servicios”, confiesa Sandro del “Divino Niño”.

EL MANDO. Paul Dopson (42), de la empresa “La Piedad”, nos cuenta que las vicisitudes de la vida lo llevaron a trabajar en este rubro. El tiene un local frente a Essalud, en Peral , pero su meta es lograr posicionarse en otras avenidas, como la Alcides Carreón, cerca la Morgue, el hospital general y varios velatorios.

Ninguno de ellos lo quiso admitir frente a nosotros, pero tampoco negaron el hecho de que policías, enfermeras y trabajadores de los diferentes nosocomios reciben una comisión que va desde los 20 hasta los 100 soles por cada venta que se logre a partir de su llamada.