Trabajadoras de limpieza combaten a ciudadanos cochinos
Trabajadoras de limpieza combaten a ciudadanos cochinos

Un día doña Francisca rompió su escoba en la espalda de un borracho. El tipo había intentado robarle sus tijeras de podar y ella nunca se deja abusar. “Me acerqué y tenía un cuchillo en su mano, así que le tiré con mi escoba en su espalda, por eso está rota”, me cuenta. Son las 6 de la mañana y Francisca barre el parque del asentamiento humano Justicia Paz y Vida, su trabajo o “chamba” inicia a las 6 oficialmente, pero ella está desde las 5 para aprovechar el tiempo. Tiene 6 hijos, es analfabeta y gana 650 soles al mes. Eso hace más de 10 años, y se siente bien. “Algo sale para sobrevivir”, cuenta.

MÁS. Mientras Francisca barre un parque en El Tambo a esa hora, en Huancayo, otra dama a quien identificaremos como “Ana”, barre calles. Ella trabaja alrededor de 10 horas al día. Se pelea con los vecinos que arrojan la basura sobre lo que ella barre y sufre de várices. “No entienden nuestro trabajo, siempre me tengo que pelear con los que botan su basura. Barro un poco y ya están echando basura: ‘para eso te pagan, encima me dice’”, cuenta. Mientras lo hace, su voz suena más fuerte y se molesta. Ana también inicia a las 5, descansa a las 8, vuelve a las 10 hasta la 1 de la tarde, luego descansa y vuelve para salir a las 5 de la tarde. “A ver si es fácil que barran solo una cuadrita”, habla mientras limpia.

El principal disgusto de las trabajadoras de limpieza son los ciudadanos cochinos. “Está bien, nosotros barremos, pero ellos tienen que aprender a no tirar donde sea, también nos cansamos.” Y por ese cansancio les pagan menos del sueldo mínimo a algunas y a otras unos soles más, sobre todo a las que tienen familia.

El trabajo nocturno es otra historia. Desde las 7 de la noche hasta las 3 de la mañana. Y para colmo de males, estas madres de familia no reciben su pago a tiempo. Hace unos días recién les pagaron del mes pasado.

DIFICULTADES. Cuando les pregunto por sus problemas, las trabajadoras de limpieza prefieren no decir nada. Tiene miedo a que las echen del trabajo por quejarse. “Tuve que ir llorando en don Aldrín para que me deje trabajar y por eso sigo. Ya es algo pues joven”, me habla. Esta dama tiene una hija en la universidad y cada mes paga 350 soles; lo que le queda es para sobrevivir en 30 días, ‘sub-vivir’ tal vez porque con 300 soles con los precios de ahora, la vida es más un sufrimiento.

NO HAY RESPETO. En algunos parques, los indigentes y conocidos “borrachines” se amanecen. Cuando las trabajadoras salen, ellos están tirados a un rincón en medio de orines y perros. “Cuando los intenté botar casi me pegan. Llamé a serenazgo, pero ni a ellos los respetan”, cuenta Francisca.

Ese es el calvario que a diario viven. Así se levanten con pie derecho o izquierdo, saben que van a gritar, pelear o enfrentarse a algún ebrio.

Desde el 2004, la empresa Diestra concesionó el recojo de basura en todo Huancayo. Desde ese año, ha tenido problemas con varias gestiones.

Pero ello, les importa poco a las trabajadoras de limpieza, prefieren acabar rápido la limpieza de su sector y sufrir menos para conservar su escoba.

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