Hombre construye "nido de amor" para aves en Chanchamayo
Hombre construye "nido de amor" para aves en Chanchamayo

Daniel México Huanuqueño (55) es un amante de los  y en especial de las . Desde niño soñaba con tener un gallito de las rocas. “Ese ha sido mi mayor anhelo”, dice.

Ahora, en un espacio de 1200 metros cuadrados, alberga a más de una veintena de especies. Su fascinación por nuestra ave nacional lo ha llevado a bautizar el lugar como “El gallito de las rocas”. Está ubicado en la avenida Fray Jerónimo Jiménez, en La Merced-Chanchamayo.

Entre su colección se cuentan papagayos, tucanes, pavos reales, loros, paujiles, águilas, aguiluchos, lechuzas, halcones, garzas y patos. Además, del infaltable gallito de las rocas. “Comencé con esta afición cuando los profesores me botaban de la escuela por llevar los pajaritos a la clase para criarlos y tenerlos”, recuerda.

Daniel México es consciente del cariño y cuidado que requieren las aves para que, aún enjauladas, se sientan cómodas y luzcan toda su belleza. Todos los días visita sus jaulas para limpiarlas, alimentarlas y mimarlas.

Sin embargo, no todo fue o es felicidad como parece, indica que los trámites para la apertura de este refugio fueron muy engorrosos. “Tengo el don de amar a los animales pero no para hacer los papeleos. Por eso mismo, la vez pasada me quitaron 5 gallitos de las rocas y me dolió mucho, como si me hubiesen quitado un hijo”, se queja.

sueños. Daniel cumplió su deseo de tener un gallito de las rocas, hace 18 años, cuando su esposa Isabel Díaz Malpartida le regaló un ejemplar. “Pero supuestamente pertenecía a otra persona porque vino a reclamarme y le devolví. Entonces, durante 11 días me interné en el monte hasta conseguir una parejita”, detalla.

En marzo último, Daniel logró que dos polluelos de esta ave nazcan en cautiverio. Dice que nunca antes nadie lo había conseguido y que “si está mintiendo lo rectifiquen”.

Cuenta que fue difícil hacer zafar a las crías porque “en estado salvaje cuando tú les tocas la mamá los bota o no les da de comer y se mueren”. “Pero poco a poco fui acercándome a ellos para darles de comer de mi boca. Mientras la mamá les alimentaba con tomate y otros vegetales, yo les daba carne y paté de gusanos”, relata.

Desde entonces el sueño de este criador es mayor y no escatimará esfuerzo ni dinero para cumplirlo. Está buscando un terreno más amplio para hacer más grande su zoológico de aves. “Y ojalá diosito me dé todas las fuerzas y la plata también”, finaliza.

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