La ex Hacienda Potrero,  último legado convenciano
La ex Hacienda Potrero, último legado convenciano

Recorrer las instalaciones de la ex hacienda Potrero en Quillabamba (La Convención), es darse un paseo por el pasado; las desvencijadas máquinas para la producción de cañazo (licor a base de caña) y los viejos establos, que alguna vez guardaron los mejores toros Brown Swiss de la región, dan la impresión de pasear por un lugar atrapado en el tiempo, en medio del calor tropical de la selva cusqueña y la sensación soporífera de, al menos, 30 grados °C de temperatura.

“Vamos a recuperar esta exhacienda, es nuestra labor, ahora está un poco abandonada, pero la queremos convertir en un albergue turístico, las condiciones están dadas, solamente tenemos que poner manos a la obra”, cita en tono contento el ingeniero Ramiro Cárdenas, agrónomo encargado del “Centro de Transferencia Tecnológica para el desarrollo Productivo de la Actividad Agropecuaria de la Convención”, rimbombante nombre que le colocó la municipalidad de Quillabamba, tras adquirir el predio por 11 millones de nuevos soles el año pasado.

La extensión total de la exhacienda es de aproximadamente 80 hectáreas, entre plantaciones de café, caña y frutas tropicales, también existe un área edificada, donde se halla la “casa hacienda”, erigida a comienzos del siglo pasado, en el lugar se instalaron los primeros hacendados encargados de la producción ganadera y agropecuaria, para luego dar paso a la vivienda de los internos o residentes, que ahora trabajan en el lugar.

“Este fue el principal centro de producción de toda la región, y uno de los más fuertes de todo el sur del Perú, la elaboración de aguardiente es conocida hasta la fecha por ser una de las mejores y los toros que salieron de estos establos llegaron a pesar casi dos toneladas, todo un récord en cuanto a ganadería a nivel nacional, ahora las instalaciones están vetustas y ya no tienen el brillo de ayer, pero los convencianos estamos seguros que la exhacienda resurgirá una vez más, dándole trabajo y lauros a los lugareños”, refirió Adela Fuentes, moradora del sector.

La instalación más nostálgica en toda la exhacienda, es, sin duda, la planta procesadora de caña, que se levanta hacia la parte suroeste del complejo, ahí se encuentra el trapiche, conformado por antiguas máquinas separadoras de caña, moledoras, escurridoras y otras, que inician el proceso primario de la extracción de la caña de azúcar, la misma que es transportada hasta la zona de decantación y fermentación, cabe señalar que la potencia obtenida para el funcionamiento de las bobinas proviene de una rueda Pelton, instalada a mediados del siglo pasado, cuyo colosal diámetro bordea los ocho metros y es impulsada por el río Garabito, que desciende por insondables chacras de papaya y mango, hasta llegar a la exhacienda.

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