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Después de que el , la Conferencia Episcopal Peruana (CEP) informó que esta práctica podría permitirse en el Perú siempre y cuando sean casos excepcionales.

El vicario episcopal de Familia y Defensa de la Vida de la Arquidiócesis de Lima, Luis Gaspar, habló sobre esta posibilidad al precisar que los obispos peruanos tendrán que analizar los casos en base a criterios culturales, económicos o de otra índole para permitir que las cenizas de un difunto permanezcan en el hogar de sus deudos.

PRECISIÓN. “El documento es claro: solo en casos graves y circunstancias excepcionales, dependiendo de las condiciones culturales de carácter local, y de acuerdo a las normas de las conferencias episcopales, los obispos pueden conceder el permiso para conservar las cenizas en el hogar”, precisó el vicario.

No obstante, Gaspar aclaró que la práctica de esparcir las cenizas de los seres queridos está prohibida y no está sujeta a ningún análisis. Advirtió que al desobedecer esta disposición de la Iglesia católica se estaría incurriendo en pecado.

“Esas cenizas deben tener también el respeto a su dignidad, porque el cuerpo también forma parte de las personas, y hay que cuidarlo”, dijo.

Explicó que se respetará la decisión de las personas que pidieron como última voluntad ser cremados para que sus cenizas sea arrojadas, pero que la Santa Sede intentará convencer a sus fieles de lo contrario.

NO EXCEDERSE. Al señalar que la Iglesia es consciente de que muchas de las cremaciones responden a un tema económico, el vicario episcopal hizo un llamado a los responsables de los cementerios a no excederse en el precio que cobran por los columbarios (conjunto de nichos) donde se guardan las cenizas. Correo comprobó que las sepulturas cinerarias (donde se depositan las urnas con cenizas) cuestan más de 6 mil soles en zonas preferenciales del cementerio Parque del Recuerdo de Lurín.

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