Las causas del movimiento feminista son democráticas y de revolución cultural
Las causas del movimiento feminista son democráticas y de revolución cultural

“Las mujeres tienen derecho a tener derechos” es la consigna que, desde sus inicios, acompaña al. Y aunque las primeras luchas por la igualdad surgieron a fines del siglo XIX, hoy, en el , aquella proclama no ha dejado de tener vigencia.

En Perú, este movimiento político cultural se inició en 1830 con Flora Tristán, considerada la precursora del feminismo moderno. Más adelante, en 1892, esta corriente de pensamiento se fortaleció con la acción de Clorinda Matto de Turner, quien impulsó una de las primeras luchas feministas que estuvo orientada a la educación de la mujer, que hasta entonces no podía ir a la universidad porque “su labor estaba en la casa”.

Más tarde, mujeres como la escritora Zoila Aurora Cáceres y la periodista María Jesús Alvarado trabajaron arduamente por el voto femenino que, a pesar de tener el apoyo de los partidos políticos, no prosperó en 1933 por resistencia del Partido Aprista y del Partido Comunista, los cuales no apoyaron la iniciativa en el Congreso. Finalmente, en 1955, el expresidente Manuel Odría otorga el derecho de sufragar a las peruanas para que -según los historiadores voten por él. Sin embargo, ello no ocurrió.

“El feminismo es una corriente de pensamiento que interroga a la democracia como también cuestiona los planteamientos de la izquierda y la derecha, porque la izquierda y la derecha toda la vida han sido creadas por hombres”, afirma Violeta Barrientos, una feminista de 53 años que se inició en los 80.

Similar posición tiene su compañera de luchas, Virginia Vargas quien, a sus 72 años, tiene claro que “el movimiento feminista es profundamente democrático” porque -explica- busca “cambiar la mirada que la sociedad tiene sobre la justicia”.

LA AUTOCONCIENCIA

A pesar de esta emancipación democrática, fue importante el despertar de los movimientos de mujeres en los años 80 y 90 para implantar una plataforma más amplia que no solo se centra en la política, sino también en cambios de la estructura “patriarcal” y “machista” la cual abriga las desigualdades que las mujeres siguen padeciendo hasta hoy.

Este sistema “patriarcal” -cuenta Virginia- obligó a las peruanas de entonces a aislarse de los hombres para poder “repensarse” a sí mismas y luego salir a las calles para reclamar sus derechos.

“Yo tengo una crítica profunda de cómo la izquierda ha ninguneado y no ha levantado las demandas fundamentales de las mujeres. Recién ahora está poniendo más fuerza, porque ahora comienzan a haber más mujeres”, afirma Vargas.

Añade que esta autorreflexión desembocó en reuniones de “autoconciencia” donde las mujeres se hacían preguntas fundamentales como: “¿qué pasa con nosotras?, ¿por qué dejamos que nos dominen?”. “Así nos dimos cuenta de que no eres una sola tonta e insegura, sino que somos varias tontas e inseguras. Con las cosas más claras, salimos a luchar juntas”.

Este despertar afianzó la idea de que el cambio debe ser cultural y no solo electoral. “Al quedarte en lo electoral, pierdes otra dimensión de la política. La política también está en los cambios de la vida cotidiana, la forma en que (las mujeres) se posicionan en las relaciones sociales, la forma en que luchas por la integración de las diferentes sexualidades, por los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres”, indica Virginia.

En paralelo, otra corriente feminista se acercó al Parlamento y buscó alianzas con mujeres congresistas para incluir leyes que frenen la violencia contra las mujeres, la cuota de género en el ámbito político, la eliminación de beneficios que tenían los violadores en el Código Penal. Pese a ello, las feministas coinciden en que faltan garantías para el cumplimiento de estas normas, así como recursos para implementarlas.

Violeta Barrientos explica que hoy, gracias a esta incubación, hay una nueva reflexión de los modelos familiares que aún tiene muchos tabúes en algunos sectores sociales. Sin embargo, existen pendientes como la autonomía económica de las mujeres; y el reconocimiento de sus derechos sexuales y reproductivos que tienen que ver con el poder de decidir sobre su propio cuerpo, específicamente cuando se trata de ejercer su sexualidad y de decidir si tener o no hijos.

Ambas destacan que más mujeres están uniéndose en la causa de construir una sociedad más democrática e igualitaria y en repensarse para deconstruir los modelos aprendidos del patriarcado. La revolución feminista recién ha empezado.