Un niño de seis años se detiene frente a un quiosco y le pide a la señora del puesto que le preste un cómic para ojearlo. "Es para comprobar si está interesante antes de comprarlo", le dice. El pequeño abre la historieta y empieza a leer. ¡Zas!, ¡Crash! y ¡Pow! Está dentro del cómic. Pasea entre viñetas observando a héroes y villanos que luchan por algo llamado justicia. Tras varias patadas voladoras y proezas emocionantes, llega el Fin. Un infante José Carlos Martin Vargas Mendoza levanta la mirada y observa a la quiosquera preguntándole algo alterada si comprará el cómic o no. Con pena de no poder llevárselo a casa, pero feliz de haberlo leído en tiempo récord, le responde: "No tengo plata, pero gracias".

Ahora José Carlos tiene 37 años. Es escultor, dibujante y artista plástico, y recuerda como si fuera ayer al niño curioso que era y que descubrió un cómic que lo impulsó a crear sus propias historietas, primero para poder comprarse las protagonizadas por sus superhéroes favoritos, y luego para inventarse los propios. Este graduado de la escuela de Bellas Artes es el creador de El Cholo Sotil y Alex Acuña, dos héroes de cómic peruanos inspirados en reconocías figuras de los años ochenta, que protagonizan buena parte de su obra expuesta en la Galería del Barrio, que se exhiben hasta el 30 de junio junto a la obra de otros 20 artistas locales en la 4ta edición de la muestra colectiva Cómics Edición Limitada.

"Siempre hago personajes que de alguna manera están en el inconsciente del peruano, que es también el mío", explica el artista y fanático de los cómics, mientras observa sus creaciones que superan los límites del papel, y se expresan también en esculturas –su fuerte es la figura humana- hechas de resina y polyester.

DE MIGRANTES Y VAMPIROS. "Yo trato de retratar lo que viene del interior del pueblo. Me inspiro en las personas que llegan a Lima, se instalan al pie de los cerros y luego se convierten en grandes empresarios", explica Álvaro Velarde de los Santos, artista y post productor de 32 años, quien construyó su mundo alrededor de historietas, museos y huacas, por influencia del trabajo que desempeñaba su madre. Por eso quizás también Álvaro es aficionado al arte y a la historia del Perú. Y se ha autoimpuesto la misión de cultivar a sus compatriotas, pues siente que si la cultura llega a través del entretenimiento, la historia se podrá asimilar con mayor facilidad. En su obra –compuesta por 18 piezas- destacan los carteles chicha y personajes de marcados rasgos andinos.

Otra gran propuesta es la de Gary Villafuerte Osamblea, creador de Las Vampiras de Pachacámac, un proyecto artístico que tiene como protagonistas a un grupo de exóticas mujeres que habitan la costa peruana en la época prehispánica, en un mundo que es totalmente surrealista, adverso y caótico, donde conviven todo tipo de creencias y criaturas, entre estos, vampiros.

El cómic cuenta con 22 capítulos y Gary espera llegar a los 80. La historia no tiene una temática fija y se rige por lo que le provoca retratar a su autor. "Por ejemplo veo una noticia o alguna cosa que pasa en mi vida y armo un episodio. Así fueron surgiendo también diferentes personajes", explica. Influenciado por los cómics, la ciencia ficción, el terror y lo fantástico, Gary Villafuerte creó este mundo donde puede hacer y deshacer a su antojo. Su arte es hecho a mano y luego digitalizado. "He decidido mezclar ambos porque me gusta ahorrar tiempo y dinero", explica y asegura que en el cómic encontró una estética mixta, donde lo hecho a mano y a máquina puede generar grandes resultados, y esto es algo que siempre le atrajo del cómic latinoamericano. Entre sus planes está hacer un cortometraje animado protagonizado por las Vampiras.

CLÁSICOS ANIMADOS. A los 12 años Álvaro Chang Say armaba su pequeño quiosco en la puerta de su casa. Sacaba una banquita y una mesa. Paso seguido acomodaba sus cómics y se sentaba a esperar que sus amigos lleguen a comprar o a alquilar alguna de sus adoradas historietas. Por unos centavos los escolares accedían gracias a él a las nuevas aventuras de Spiderman y otros enmascarados famosos de turno.

Años después, con una empresa inmobiliaria, dos hijos y la cátedra de diseño en dos universidades, Álvaro dejó de tener tiempo para seguir soñando con ver crecer su pequeño negocio de cómics, pero nunca para dejar de pensar en sus superhéroes favoritos, a los que revive en sus piezas que se exhiben en la Galería del Barrio. Además del vecino arácnido, el temperamental Hulk también fue uno de los personajes que marcó la vida de Álvaro, quien diseña muebles artesanales inspirados en diversos superhéroes.

No muy lejos de ahí, una imagen sorprendente. El Gato Félix yace tirado en el suelo con un agujero en la cabeza. No hay explicaciones, solo una carta con la letra de la canción Odiame de Lucha Reyes entre sus manos. Se ha suicidado. La deducción es que ha muerto por amor, porque "los suicidios por amor en Lima abundan" explica su autor Víctor Fidel Barandiarán.

Su visión del cómic es distinta a la de sus colegas artistas, que disfrutan y explotan la inmortalidad de sus personajes de ficción. Barandiarán cuenta que a los 10 años perdió a su hermano menor. Y desde entonces la muerte ha sido un tema central en su vida. No como algo pesimista o negativo, sino como algo inevitable. "Para mí el problema de la mayoría de personas es que no aceptan que todo tiene un final", afirma intentando asimismo explicar su obra, de rasgos realistas y con un mensaje personal: "Nada es para siempre. El cuerpo y la vida misma son finitos. Hay que aprovecharla". A sacarle el jugo a la vida viendo un poco de arte.

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