Revelador testimonio de dos mineros que cavaron túneles de "Chavín de Huántar" (VIDEO)
Revelador testimonio de dos mineros que cavaron túneles de "Chavín de Huántar" (VIDEO)

El 5 de enero de 1997, un grupo de 24 mineros de Cerro de Pasco y La Oroya llegó a Lima para cumplir una importante misión: cavar los cuatro túneles que utilizaron los comandos “” para iniciar el rescate de los 72 rehenes que estaban secuestrados por terroristas del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru ().

Hoy, los obreros aseguran sentirse orgullosos de haber contribuido con la pacificación del país; sin embargo, recuerdan los difíciles momentos que les tocó vivir durante el operativo militar y los 21 años que vivieron en el olvido del Estado.

LOS ELEGIDOS

“Nos llevaron con engaños. Yo trabajaba en Centromin en el área de seguridad y un día uno de los ingenieros convoca a un grupo de nosotros para decirnos que saldríamos a Ayacucho a realizar el rescate de unos obreros en una mina artesanal. Cuando terminan de reclutarnos y estábamos a punto de abordar el bus, lo extraño fue que no había equipos de seguridad para realizar el rescate”, señala a David Carlos Osorio, el menor de los 24 mineros.

Una situación similar ocurrió con Máximo Ayala León, quien fue convocado para realizar acciones de rescate en una supuesta mina de Huancavelica. Tras abordar un bus con destino a Jauja, los mineros sintieron cierto temor, que fue creciendo cuando fueron trasladados en una avioneta del Ejército con rumbo desconocido. Solo supieron que llegaron a Lima cuando reconocieron el clima y sintieron la temperatura de la capital.

“Como si fuéramos unos delincuentes o algo (malo) hubiéramos hecho, colocaron dos patrulleros adelante y detrás del vehículo que nos trasladaba al cuartel de Chorrillos. Cuando llegamos, nos ubicaron a los 24 en un cuarto cerrado por casi dos días sin que nos dieran alguna explicación de por qué estábamos ahí”, relata Máximo Ayala.

Al tercer día de no poder salir y estar incomunicados, el hombre de confianza de Vladimiro Montesinos y exintegrante del Grupo Colina, el ahora exmilitar Roberto Huamán Azcurra, se presentó ante los mineros para encomendarles la misión.

“A mí me alegra mucho que algunos ya tengan una idea de qué trabajo harán acá (dentro de la embajada). Quisiéramos hacer algo para el Perú. Los que no estén de acuerdo no se les va a obligar, pero se quedan acá hasta que sus demás compañeros terminen de hacer la labor”, dijo Huamán Azcurra, según recuerda Ayala León.

TÚNELES DE LA LIBERTAD

Pese al temor de que puedan existir bombas alrededor de la residencia tomada por los terroristas del MRTA, los obreros pusieron manos a la obra. Horas después, fueron instalados en uno de los jardines de los predios cercanos a la residencia del embajador japonés, donde un comandante llamado “Carlos” les explicó con mayor detalle la labor a realizar.

“Al cuarto día de llegar a Lima se iniciaron los trabajos. Muchos estaban desanimados, tenían dudas y solo querían terminar la misión para regresar a sus casas. El primer día que se inició la excavación no teníamos las herramientas de trabajo y agarramos lo primero que había (un recogedor, un rastrillo hasta un pico sin mango). Ya después (los militares) se dieron cuenta de que sí estábamos listos para la obra y nos proporcionaron las herramientas”, menciona David Carlos, quien también recuerda que dos de sus compañeros casi pierden la vida.

Como la obra debía realizarse a la brevedad posible, los mineros trabajaron en tres turnos durante las 24 horas del día. Al realizar el primer forado de 1.90 m2 y 6 metros de profundidad, aproximadamente, parte de la tierra se desprendió y cayó encima de dos mineros que se encontraban en la fosa. Afortunadamente, lograron salvarse debido a una rápida reacción.

“Cuando sucedió ese accidente, pedimos madera para encajonar el terreno y que no se derrumbe la tierra. Primero debíamos realizar un forado de 6 metros hacia abajo y luego ir de forma horizontal. Ahí recién nace el túnel. No había una división técnica que nos indique cómo debíamos hacerlo, nosotros (ingenieros, auxiliares y mineros) con nuestros conocimientos logramos llegar a los puntos claves”, señalan los trabajadores.

Agregaron que las principales dificultades que tuvieron para cavar el túnel fue la tierra arenosa del área, que provocaba derrumbes, y la densa humedad. A ello se sumó la alta temperatura y el reducido espacio en donde debían trabajar, incluso casi agachados. Pero la situación se complicaba -aseguran- mientras más se acercaban a la residencia donde se encontraban los emerretistas. Para continuar con su trabajo de forma desapercibida usaron colchones para amortiguar el eco de la caída de las rocas y recomendaron a los militares poner música a volumen alto a fin de menguar los ruidos. “Cuando culminamos el túnel, ya a fines de febrero, lo dejamos encajonado con maderas, pusimos ventiladores y en algunas partes lo alfombramos. Hasta esa parte no vimos a los comandos, al señor Montesinos ni al presidente Fujimori”, indican.

OLVIDADOS

Tras cumplir su misión, los mineros solicitaron a los comandantes la recompensa que les ofrecieron antes de iniciar el trabajo; sin embargo, nadie les dio razón. Ellos aseguran que se sintieron usados y solo pidieron regresar a sus casas, ya que no sabían nada de sus familiares. Ya el 22 de abril de 1997 el grupo de obreros vio por televisión nacional el rescate de los rehenes. Solo ahí descubrieron la importante labor que habían realizado.

Tras cinco meses de estar bajo la vigilancia de los militares y en distintas regiones del país, los valientes mineros regresaron a Cerro de Pasco sin ser retribuidos ni obtener algún otro beneficio del Estado. Pese a haber servido al país, algunos no entendieron por qué fueron retirados de sus trabajos y reinsertados después de varios meses tras largas jornadas de protestas.

Solo en el 2007 fueron condecorados por el expresidente Alan García.

“Nos sentimos satisfechos de haber hecho algo a favor de la patria. Pero al margen de eso no se puede cantar victoria. Si bien se ha aprobado la nueva ley (que los reconoce como “Defensores Calificados de la Democracia”), aún falta mucho por recorrer. Solo esperemos que esto se haga realidad y yo ahí recién diré que me siento contento y retribuido. Si nosotros tuviéramos uniformes y galones, tal vez hubieran reconocido nuestro trabajo”, resalta Carlos Osorio, quien hoy junto a sus demás colegas serán reconocidos por la Municipalidad de Cerro de Pasco por su histórica labor.

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