Cuando en "Cien años de soledad", obra maestra de la literatura universal, muere José Arcadio Buendía cae una llovizna de flores amarillas como un homenaje póstumo al gran patriarca. La flor radiante era el amuleto de la suerte de Gabriel García Márquez, el genio latinoamericano de la literatura universal que ayer falleció en México.

Una flor amarilla precisamente le adornaba la solapa del saco el pasado 6 de marzo, un jueves soleado, su último cumpleaños, el número 87.

Retirado ya hace seis años de la vida pública, "Gabo" salió ese día a la puerta de su casa en el elegante barrio Pedregal de San Ángel, México D.F., donde vive desde hace 30 años, para recibir a un grupo de reporteros que le cantaron "Las mañanitas" y recibir el abrazo de decenas de amigos que llevaban flores amarillas.

Una amiga que lo acompañó en su aparición lanzó al aire mariposas de papel del mismo color. Pocos minutos después, el escritor regresó al interior de la casa. No se le volvió a ver en vida.

El colombiano genial falleció hacia las 2 de la tarde (hora de México central y de Lima).

MUERTE ANUNCIADA

De algún modo, la de Gabo era desde las últimas semanas la crónica de una muere anunciada, como reza el título de una sus novelas.

Fue hospitalizado el 31 de marzo en el instituto Salvador Zubirán por un cuadro de deshidratación y un proceso infeccioso pulmonar y de vías urinarias".

La noticia causó alarma en el mundo. Muchos temieron que el cáncer linfático que superó en 1999 había vuelto. Fue dado de alta el 7 de abril y trasladado a su casa en una ambulancia.

Una portavoz del hospital informó que el escritor estaba "muy delicado" y seguiría el proceso de recuperación en su casa.

CONTRA EL CÁNCER

Antes de la llegada de García Márquez a su residencia, unos operarios llevaron una cama ortopédica.

El lunes 14 de abril el diario El Universal de México aseguró que Gabo sufre un proceso canceroso que le afecta al pulmón, los ganglios y el hígado. Lo negó la familia, también el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, el miércoles último.

EXEQUIAS

Los restos del Nobel de Literatura 1982 son velados desde anoche en una funeraria al sur de Ciudad de México para ser inhumados conforme a los deseos de su familia.

Con dificultades por la nube de periodistas que hacían guardia, el coche fúnebre partió de la casa del escritor acompañado de tres patrullas policiales y realizó un breve recorrido hasta la cercana funeraria J. García López, del barrio de San Ángel.

Por el momento, no han habido declaraciones de los familiares que vivían con el autor de "El amor en los tiempos del cólera", es decir su esposa Mercedes Barcha y sus hijos Rodrigo y Gonzalo.

COLOMBIA Y MÉXICO

La familia aún no ha dado a conocer su deseo. ¿Serán los funerales en Colombia, su país natal, o en México, su segunda patria?

Por lo pronto, el Gobierno colombiano ofreció apoyo logístico a la familia en caso de que deseen que García Márquez sea enterrado en su país.

Pero los mexicanos adelantaron ayer que el próximo lunes 21 de abril se realizará un homenaje nacional al escritor, según informa el gubernamental Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta).

Será un homenaje nacional en el Palacio de Bellas Artes "de acuerdo al tamaño del personaje".

EL NOBEL

Tras publicar "Cien años de soledad" (1967), "Crónica de una muerte anunciada" (1981), entre otros, le otorgan en 1982 el Premio Nobel de Literatura "por sus novelas e historias cortas, en las que lo fantástico y lo real son combinados en un tranquilo mundo de imaginación rica, reflejando la vida y los conflictos de un continente".

En su discurso ante la Academia Sueca de las Letras, García Márquez afirma que América Latina vive una "realidad descomunal" tras recordar la situación que se vive con la dictadura en Chile, y la guerra civil en El Salvador. "Una realidad que no es la del papel, sino que vive con nosotros y determina cada instante de nuestras incontables muertes cotidianas, y que sustenta un manantial de creación insaciable, pleno de desdicha y de belleza, del cual este colombiano errante y nostálgico no es más que una cifra más señalada por la suerte", afirma.

Más tarde escribe "El amor en tiempos del cólera", donde recrea el difícil noviazgo de sus padres.

En 1989 escribe "El general en su laberinto", un relato de ficción de los últimos días de Simón Bolívar. Después vendrían "Doce cuentos peregrinos" (1992); "Del amor y otros demonios" (1994); y "Noticia de un secuestro" (1996), crónica donde aborda el tema del narcoterrorismo en Colombia.

El 2002 publica "Vivir para contarlo", texto autobiográfico. Su última novela es "Memoria de mis putas tristes" ( 2004). La última obra de no ficción fue el libro "Yo no vengo a decir un discurso" (2010), que reúne textos del autor que recorren prácticamente toda su vida.

Su principal motivación para escribir, dijo el genio de Aracataca en una ocasión, era que sus amigos lo quisieran cada vez más.

"Lo único que me duele de morir es que no sea de amor", escribió en otro momento de su vida.

Las expresiones de dolor por su partida surgieron en todo el mundo.