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La estrepitosa caída del precio de la papa generó tensiones entre el Gobierno y miles de agricultores de la zona centro y sur de nuestro país. Los productores exigen quitar la mirada de los abastecidos mercados y voltear hacia sus pequeños cultivos, afectados por hechos como la enorme competencia y el exceso de producción. 

El martes 9 de enero, los campesinos de Huánuco, Junín, Huancavelica, Ayacucho, Apurímac y Arequipa decidieron expresar sus reclamos y acataron un paro de 72 horas, para detener la importación del tubérculo precocido que llega desde Holanda, Canadá y Estados Unidos; esta situación habría provocado -según ellos- el descenso del precio del tubérculo. El enojo y la frustración de los manifestantes se sintió con fuerza en el interior del país, donde se bloquearon carreteras. 

Además, en diferentes puntos, se produjeron enfrentamientos con los agentes del orden; incluso se arrojaron kilos de papas en las vías como señal de indignación.

Frente a la insostenible situación, los productores armaron un pliego de reclamos que incluye medidas tan urgentes como declarar al agro nacional en emergencia, así como aumentar las barreras a la importación del insumo prefrito y precocido, señalando que el Perú produce lo suficiente para satisfacer la demanda nacional. 

Asimismo, exigen que se establezca una franja de precios y que el Estado asuma el compromiso de adquirir la producción excedente a través de programas sociales, como 

Desorganización

Dagoberto Díaz Díaz, profesor de la Universidad del Pacífico, asociado a la facultad de Ciencias Empresariales, detalló que el problema es que nuestro país no cuenta con una programación agrícola oficial. “72% de familias en la sierra viven de la producción de la papa y no contamos con un calendario agrario que organice las cosechas por zonas ni temporadas”, precisó. 

Luego, aseguró que el sistema está estructurado de tal forma que los productores no pueden llevar su producto al mercado de manera directa, sino a través de intermediarios, quienes aprovechan el exceso de la oferta. “Hay mucha papa. Bajan los precios y ellos siguen ganando la diferencia. El perjudicado es el agricultor”, señaló. 

Jorge Guillén, vicerrector encargado de Investigación de , expresó que estamos frente a un monopsonio; es decir, tenemos un comprador y varios pequeños productores. Quien gana es el mayorista, que compra y define el precio, porque amenaza con “comprarlo a un valor por debajo de la media o que se malogre”. Por ello, el productor accede para no perderlo. 

El especialista indicó que los agricultores deben agruparse en cooperativas para ser más fuertes a la hora de negociar. “Así es el mercado”, sostuvo.

La inminente situación ha capturado la atención del nuevo ministro de Agricultura y Riego, José Arista, quien instaló una mesa técnica integrada por los gobernadores regionales involucrados y representantes de los productores. Se acordó dar asistencia técnica para mejorar la competitividad del producto y comprar excedentes por 1.5 millones de soles por región. 

Además, se planteó reconocer la papa como producto bandera y embajador de la marca Perú para convertirlo en un alimento de exportación. No obstante, ¿es la solución que los agricultores están esperando o merecen? Por el momento, los campesinos afirmaron que darán tregua y durante la semana evaluarán si retoman las protestas el próximo 25 de enero.

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