Presionar a jóvenes para la elección de carrera profesional no es lo mejor
Presionar a jóvenes para la elección de carrera profesional no es lo mejor

Luego de acabar el último año de secundaria, muchos jóvenes se ven en el conflicto de decidir qué carrera estudiar. Sobre esto, Katia Castellares, psicóloga educacional aliada del Pronabec explicó para Andina que, "presionar" a escolares de 3.° o 4.° de secundaria para que estudien en un colegio preuniversitario, a fin de que elijan de manera indirecta qué carrera estudiar, puede ser prematuro e incluso contradictorio.

"Como papás necesitamos ser pacientes. Siempre hago esta analogía: cómo le puedo pedir a mi hija de 16 años que escoja con quién casarse y tener la certeza absoluta de que nunca se separará y que todo será hermoso. Uno necesita investigar, salir, experimentar y conocer para poder sentirse seguro", refirió.

Castellares comentó que algunos adolescentes tienen claro qué estudiar, pero generalmente a los 16 años -edad en la que suelen culminarse los estudios secundarios en el país- no siempre esa decisión está zanjada, y es entonces cuando es necesario "acompañar y ser pacientes".

"Cuando el proceso de madurez vocacional se inició temprano, quizá con actividades lúdicas, el estudiante suele llegar más decidido como a los 17 años, pero no siempre ocurre así. Todos tenemos intereses; algunos de esos intereses se consolidarán como profesión y otros como pasatiempo, y eso se va definiendo con el tiempo", refirió.

Orientación vocacional

Indicó que una evaluación vocacional ayuda a definir la carrera, sobre todo cuando el estudiante tiene los intereses muy dispersos. "De pronto si alguien un tiempo quiere ser chef, luego ingeniero y luego administrador de empresas, allí es importante una orientación vocacional, porque el estudiante puede estar viendo solo el aspecto de la remuneración".

"Una buena evaluación vocacional tendría que responder a la necesidad del adolescente, no le dirá qué debe estudiar exactamente, pero le hace ver qué tanto se ve dedicándose a determinada carrera. La evaluación debe comenzar con una exploración del joven, con entrevistas para averiguar sus intereses. Y luego, a partir de esa información, proveer un cuestionario 'ad hoc'. Las áreas que deben ser evaluadas son intereses variados, las aptitudes intelectuales, la capacidad de abstracción, habilidades verbales, matemáticas, espaciales y artísticas, así como personalidad y sus características, entre otros".

Pero la orientación vocacional también ayuda a advertir si el o la adolescente ya está listo o lista para tomar decisiones. "Tomar decisiones implica tener criterios y a veces los adolescentes (y sus padres) adoptan como criterio solo la aptitud y cuánto van a ganar, pero eso no es suficiente".

En cuanto a los test vocacionales, destacó que son importantes, pero no suficientes porque la evaluación debe ser personalizada y de acuerdo con el contexto nacional. Sugirió que los test se apliquen desde los 16 años y no antes.

La experta advirtió que en términos de desarrollo es mejor esperar que entre los 16 y 18 años los jóvenes puedan decidir qué estudiar y advirtió que si esto se hace bajo presión se corre el riesgo de que el estudiante no ingrese en el examen de admisión, debido a la ansiedad; o que ingrese pero deserte a la mitad de la carrera.

"A veces algunos chicos postulan más de dos o tres veces y no ingresan por la carga de ansiedad, y eso les hace sentir que no son capaces o culpables por el dinero que hacen gastar a sus padres".

Sobre los casos en los cuales algunos padres de familia, contra la voluntad de sus hijos, los cambian de colegio por un preuniversitario, dijo que allí se está desvirtuando la razón de ser de la educación básica, que significa no solo un espacio de aprendizaje sino de socialización. ¿Cuál es la diferencia en que termines la universidad a los 21 o 22 años".

TAGS RELACIONADOS