Puno: Cultiva 90 variedades de rosas en su jardín
Puno: Cultiva 90 variedades de rosas en su jardín

Qué amena conversación en el rosedal de José Bruno Martínez, un puneño laboratorista que ha logrado hacer un paraíso de rosas en su hogar. Sí, tiene 96 variedades de rosas, de diferentes colores y fragancias, un maravilloso jardín en el que vive junto a su esposa María Rosario y sus dos bellas hijas aún adolescentes.

REENCUENTRO. Después de más de dos años me reencontré con José Bruno, lo conocía porque en más de una ocasión lo entrevisté como presidente del barrio San José, aquellos años cuando hacía reportes para Onda Azul desde los barrios, cuando desde la puerta de su casa me contaba sobre los problemas de su vecindario; nunca imaginé que detrás de esa puerta metálica estaba ese rosedal.

Es un miércoles bastante agitado para los periodistas, algunos estamos en la Plaza de Armas de Puno esperando cubrir la protesta de los ronderos de Melgar, la huelga de los trabajadores judiciales y antes habíamos ido a la policía que incautó zapatillas bamba. Pero, dejando la rutina, abordé el vehículo de Martínez con quien había programado una cita para ver sus plantas.

Mientras maneja su auto, me comenta que sigue siendo presidente del barrio, en tono triste vuelve a quejarse de la Universidad Nacional del Altiplano, que es una vecina más, pero que les habría usurpado parte del terreno, sin dejarles espacio para las veredas, aunque me dice que están llegando a ciertos acuerdos.

MINI PARAÍSO. Llegamos a nuestro destino (primera cuadra del jirón Medio Oriente), José Bruno abre la puerta de su casa y me invita a pasar, la fragancia del rosedal me da la bienvenida, veo rosas de diferentes colores en una fila de casi 100 metros hasta llegar a la gruta de la virgen Inmaculada que también está rodeada de rosas multicolores. Parece una procesión de rosas al santuario de la virgen María, de donde además brotan chorros de agua que sirven para regar parte del jardín.

Mi anfitrión me presenta algunas de sus flores, entre ellas a rosa Montero, Petania, Morada, Payaso, Verde, Yema y otras; en total -dice- son 96 variedades; pero todavía le faltan la rosa Azul y la Negra por las cuales está dispuesto a pagar hasta 3 mil soles si es que alguien se lo ofrece. Por ahora su engreída es la rosa Corazón de Jesús y la rosa Gigante.

Nos sentamos en una de las bancas de madera que está en medio de un pastizal fino y le pregunto ¿cómo ha logrado conseguir tantas rosas? Me cuenta que desde hace 30 años se dedica a cultivarlas, inició su pasión en Argentina en donde se vivió más de 14 años, luego se animó por una réplica en su actual casa.

"Por mi trabajo viajo a diferentes lugares, si en un jardín encuentro una rosa diferente a la mía, pido que me regalen o vendan, sino no me la robo (risas)", me cuenta.

Me advierte que él no lucra, cultiva rosas porque le apasiona, "son mis amigas, converso con ellas, tienen sentimientos... les digo: qué linda estas y se ponen bonitas", dice. Me confiesa que el primer regalo que le hizo a su esposa para enamorarla fue un ramo de rosas.

José Bruno es experto cultivando estas flores, cuenta que las cuida con biofertilizantes ecológicos, tierra negra y herramientas necesarias para sus plantas, las riega y poda oportunamente; por cierto, me dice que cuando está podando (julio o agosto) regala semillas a las personas que se lo piden.

Interrumpo nuestra conversación para pedirle una sesión de fotos, José se pone una camisa y volvemos a las rosas, agarra una de ellas con delicadeza y me comenta:"las rosas son como las mujeres, sino las tratas bien se marchitan".

En tres minutos apenas hice unas 20 fotos, mis celulares enloquecen, me avisan de un asalto en una carretera cercana, debo de partir.

Él sigue hablando, le escucho decir "hay que apostar por la naturaleza, la municipalidad ha abandonado los parques y jardines"; le doy la razón, me despido y vuelvo al mundo. (texto de Edgar Quispe)

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