Aunque el interés por la electromovilidad va en aumento, las motos eléctricas aún enfrentan barreras en infraestructura, regulación y cultura de consumo. La industria avanza, pero el país aún tiene pendientes clave.
Aunque el interés por la electromovilidad va en aumento, las motos eléctricas aún enfrentan barreras en infraestructura, regulación y cultura de consumo. La industria avanza, pero el país aún tiene pendientes clave.

En un contexto global que apunta hacia la sostenibilidad, el Perú empieza a mirar con mayor atención a la movilidad eléctrica en vehículos menores, especialmente motocicletas y mototaxis, fundamentales en la vida urbana de millones de peruanos. Si bien el mercado de autos eléctricos ha mostrado avances sostenidos, la transición energética en motos aún se enfrenta a desafíos estructurales y culturales.

Según datos de la Asociación Automotriz del Perú (AAP), en 2023 se vendieron 4,484 vehículos eléctricos, lo que representó un crecimiento del 67.3 % respecto al año anterior. Sin embargo, la mayoría de estas unidades corresponde a automóviles. El segmento de motos eléctricas sigue siendo incipiente, a pesar del creciente interés.

Joel Jiménez, gerente de negocio Kawasaki del Grupo Crosland, destaca que la industria ha empezado a diversificar su oferta con modelos eléctricos e híbridos, como las deportivas Ninja e-1 y Naked Z e-1, introducidas recientemente al mercado peruano. “Estas tecnologías no solo reducen emisiones, sino que también transforman la experiencia de manejo, reduciendo el consumo de combustible, el ruido y el mantenimiento mecánico”, explicó.

Según Jiménez, el perfil del usuario también está cambiando. Mientras que el cliente tradicional busca potencia y sonido, el nuevo consumidor eléctrico prioriza el ahorro, la simplicidad y la estética urbana. “Estamos en una etapa de transición donde ambas culturas coexisten”, añadió.

Infraestructura limitada y marcos normativos débiles

Uno de los principales obstáculos para la adopción masiva de motocicletas eléctricas en el Perú es la escasa infraestructura de carga. De acuerdo con Mobility Portal Latinoamérica, hasta octubre de 2024 el país contaba con solo 64 puntos de carga: 51 de corriente alterna (AC) y 13 de corriente continua (DC). Lima concentra 33 de estos cargadores, pero la falta de estándares técnicos y normativos dificulta su expansión a otras regiones.

Además, no existen aún regulaciones claras para el uso de motos eléctricas en espacios públicos ni incentivos estatales contundentes que impulsen su compra y operación. Gremios como AEDIVE Perú han propuesto medidas, pero los avances legislativos aún son incipientes.

Hidrógeno: la apuesta del futuro

En paralelo al impulso eléctrico, Kawasaki ha iniciado pruebas con motores a hidrógeno, una tecnología aún más limpia. En 2024, la marca participó en el Rally Dakar con el prototipo HySE-X1, marcando un hito en la carrera hacia combustibles alternativos. No obstante, su adopción en la región requerirá inversiones significativas y un entorno técnico más maduro.

Kawasaki también ha lanzado el NAV 4e, un vehículo de cuatro ruedas 100 % eléctrico que ya se comercializa en EE. UU. y podría llegar a América Latina a fines de 2025.

Reflexión y sostenibilidad

En el marco del Día Mundial del Medio Ambiente, la movilidad eléctrica en motocicletas representa no solo una tendencia, sino una necesidad para enfrentar los desafíos del cambio climático. La transición hacia un parque automotor más limpio no solo requiere tecnología, sino también inversión, regulación clara, infraestructura moderna y un cambio cultural profundo.

Aún hay mucho por recorrer, pero la dirección es clara: el futuro de la movilidad en el Perú será eléctrico o no será sostenible.

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