Anemia: una tarea pendiente en el Perú
Anemia: una tarea pendiente en el Perú

En el Perú, la  se ha convertido en un problema de salud pública de nunca acabar. Si bien durante los últimos cinco años, el régimen de  ha impulsado la ejecución de diversos programas sociales para hacer frente a este mal, los resultados no han sido favorables. Tras un balance del último quinquenio, se ha identificado una preocupante tendencia al alza en las regiones del sur del país, entre ellas Puno, donde al 2015, la prevalencia de anemia se estimó en un 61.8% en niños menores de cinco años, según la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar – ENDES del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI).

Para el economista y especialista de Macroconsult, Alvaro Monge, la incidencia de esta enfermedad está relacionada con el precario sistema primario de salud. El experto sostiene que se deben plantear políticas concretas para atender los problemas de infraestructura y de personal que hoy afectan a los establecimientos médicos públicos.

Monge recalca que la anemia es un trastorno nutricional que genera secuelas en el desarrollo cognitivo, físico y psicológico de los menores de edad, pese a haber recibido tratamiento médico. Esto ocurre debido a que en los primeros años de vida, el niño atraviesa una importante etapa de crecimiento cerebral, cuyos posibles daños persisten en la adultez.

“El condicionante que te genera la anemia tiende a arrastrarte por el resto de tu vida. Un niño desnutrido es al final un menor que no logra educarse ni insertarse adecuadamente en el mercado laboral, con lo cual se observa la variable de productividad”, manifiesta.

De esta manera, un adulto que ha sufrido de esta enfermedad a corta edad puede no haber culminado adecuadamente sus estudios básicos, limitando su acceso a un empleo formal y recibiendo ingresos estables para contribuir a la canasta familiar.

El preocupante panorama de la prevalencia de la anemia no difiere mucho para el médico Patrick Wagner, ex presidente de la Academia Nacional de Medicina del Perú, quien sostiene que este mal es un compromiso que deben asumir las instituciones públicas y privadas para asegurar el futuro del país.

“El Ministerio de Salud (Minsa) está tratando de implementar buenos programas, pero los resultados no han sido los esperados. El hecho es que si tratamos adecuadamente la anemia o la ferropenia (falta de hierro) aseguramos el futuro del país. Estamos obligados a apoyar, incluso, éticamente hablando”, expresa.

LAS PROMESAS DE PPK. El actual presidente de la República, Pedro Pablo Kuczynski, ha sido enfático en que su gobierno buscará hacer frente a los diversos problemas que afronta el Perú, sobre todo en cuestiones de salud pública y calidad de vida. Uno de los temas que alerta tanto a la población como a diversos gremios, son los indicadores de la anemia en los últimos años.

Durante su presentación ante el pleno del Congreso de la República, el primer ministro, Fernando Zavala, detalló que desde el sector salud se establecerán medidas para tratar la anemia con actividades preventivas, sesiones educativas y la entrega de suplementos de hierro de manera universal, destinados a niños a partir de los seis meses de edad y como parte del control de la salud infantil.

Por su parte, Cayetana Aljovín, ministra de Desarrollo e Inclusión Social del Perú (Midis), manifestó que su portafolio buscará la continuidad y el perfeccionamiento de programas sociales como Cuna Más, Qali Warma y Juntos. Para ello, sostuvo que se realizarán procesos más transparentes y ágiles, debido a que se plantea que las más de 1800 capitales del Perú deberán contar con los servicios básicos de agua, saneamiento, telefonía y electricidad para el 2021.

Sobre esta mención propuesta para los siguientes cinco años, Monge explica que es posible cumplir esta meta si el Estado peruano logra una mejor coordinación de los planes estratégicos a nivel nacional: “El reto es que los programas de intervención se articulen y se lleven a las zonas en las cuales no hay paquetes integrados de servicios. Hay mucha labor de comunicación y articulación que se puede hacer para avanzar en esa meta”.

La máxima autoridad del Midis indicó que pese a que muchas de las iniciativas sociales cuentan con una certificación de calidad ISO 9001, la mayoría de ellas carecen de un estudio sobre el impacto real de estos programas. Estos informes han sido solicitados a entidades internacionales para iniciar una próxima evaluación.

EXPECTATIVAS FALLIDAS. Como se recuerda, una de las características del gobierno de Ollanta Humala fue el constante cambio de gabinetes ministeriales durante sus cinco años en el poder. Esta sería una de las razones por las que los procesos de ejecución de iniciativas y políticas públicas, propuestas durante este régimen, no salieron completamente a la luz.

La creación del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social del Perú (Midis), en agosto de 2011, fue el primer paso hacia la implementación de programas sociales como Pensión 65 y Qali Warma, herencia que se deja al nuevo régimen.

Desde su primer año de funcionamiento en el 2013, Qali Warma brinda desayunos o almuerzos a niños y niñas a nivel nacional, priorizando su atención en poblaciones vulnerables y de extrema pobreza. Este año el programa social del Midis señaló que su servicio ha llegado a 3.6 millones de escolares, y ha sido considerado como el plan social con mayor presupuesto durante el gobierno de Humala.

Sin embargo, también ha sido noticia por registrar diversos casos de intoxicación en todo el Perú. Hace poco se reportó un suceso que alertó a las autoridades de Carhuaz, en Áncash, donde 67 estudiantes del colegio María Auxiliadora presentaron dolores estomacales, náuseas y deshidratación luego de ingerir alimentos del programa.

Para el economista de Macroconsult, la desnutrición debe ser considerada un problema multicausal, por lo que es necesario atacarlo desde diversos frentes, siendo la atención en el nivel primario de salud el más urgente. Sostiene que otro sería el panorama del país si el régimen del presidente Kuczynski reevalúa y modifica la ejecución de los programas sociales contra este mal, bajo dos puntos claves: focalización y priorización.

“Primero, focalizar en aquellas zonas donde el problema es bastante visible o tiene un nivel de incidencia mayor; en el caso fundamental de la anemia, nos referimos a zonas rurales. Lo segundo es reorientar el gasto hacia programas nutricionales frente a aquellos de asistencia alimentaria”, finaliza. 


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