Imagen
Imagen

Una explosión ocurrida la tarde del martes 22 de abril de 1997 cambió la historia del país. Aquel día, bravos comandos dieron la muestra más grande de desprendimiento al arriesgar su propia vida por la de un grupo de ciudadanos que no conocían. Ellos derrotaron al terrorismo que amenazaba a los rehenes y, en realidad, a todo el Perú.

A 20 años de la histórica operación “”, iniciada al promediar las 3:30 p.m. de aquel día, el presidente Pedro Pablo Kuczynski y el Congreso hicieron justicia al nombrar como héroes a los fieros combatientes. A dos décadas, es justo también reconocer que un grupo de especialistas en el arte de la guerra fue fundamental para el éxito de la operación, pese a que inicialmente fue llamado solo como apoyo.

AGENTES DE ÉLITE. La Unidad Especial de Combate (UEC) de la Fuerza de Infantería de la Marina de Guerra del Perú ingresó con todo a la residencia de Japón, a fin de reducir a los 14 terroristas del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) que irrumpieron en la Embajada de Japón la medianoche del 17 de diciembre de 1996.

El grupo de avanzada, conformado por 44 comandos altamente calificados, se encargó de abrir los accesos a la embajada con explosiones calculadas milimétricamente. El objetivo era controlar el posible escape de terroristas mediante francotiradores y combatir contra estos subversivos con fieros comandos (descenso operativo) dotados de la mejor tecnología de guerra en ese momento.

El contralmirante de la Marina en retiro, Carlos Tello Aliaga, dirigió a este grupo de bravos. Según recuerda, cuando ocurrió la toma de la embajada, eran el único grupo de las Fuerzas Armadas listo para enfrentar la situación. “Cuando ocurrió (el secuestro) era la única unidad antiterrorista lista para la operación. Un pelotón de emergencia fue a la embajada. Toda la noche estuvimos calibrando las armas, a la espera de una orden”, dijo. Recordó que al día siguiente de la toma, la UEC, que tenía 10 años de experiencia, ya estaba lista para actuar, pero el presidente de ese entonces, Alberto Fujimori, decidió que el Ejército se iba a hacer cargo de las operaciones.

“Se había creado para este tipo de crisis y teníamos especialistas en explosivos, francotiradores expertos, entre otros, pero en ese momento el soldado universal, para el Gobierno, era el comando del Ejército que había salido victorioso en el Cenepa. Nosotros fuimos convocados solo como apoyo”, relató sin atisbos de revancha.

Durante los entrenamientos que se ejecutaron en la réplica de la Embajada de Japón, ubicada en Chorrillos, se hizo claro que las acciones de apoyo debían convertirse en una fuerza de avanzada durante la misión. Además de contar con armamento de punta para la época, la UEC tenía comandos preparados por especialistas que, a su vez, fueron capacitados por combatientes de primer orden.

INICIO DEL COMBATE. El capitán de Navío Manuel Parralez Rospigliosi, actual jefe de la Policía Naval, era el segundo al mando en el contingente de la UEC que participó en la operación “Chavín de Huántar”. Recordó que sus especialistas fueron los encargados de colocar los explosivos bajo la sala de la residencia, donde los terroristas jugaban fulbito. “Eran cargas preparadas con las características específicas para evitar dañar a los rehenes. Debían ser explosiones muy controladas”, rememoró.

Él y el Equipo N°4 que comandaba ingresaron por la parte posterior al área de servicios para poner las cargas en las puertas. Encontró trampas que hirieron a cinco los once comandos de su pelotón.

“Fue una gran responsabilidad dirigir a uno de los grupos, pero estaba seguro de las habilidades del personal que comandaba. Todos estuvieron en zonas de emergencia pues la unidad se dedicaba a operaciones contraterroristas... Era la élite. Además, tuvimos cuatro meses de dura preparación”, confesó.

Tras la primera y más recordada explosión, que dio la vuelta al mundo, solo bastaron 17 minutos para que los comandos Chavín de Huántar retomaran el control de la Embajada de Japón. En el operativo fueron abatidos los 14 elementos terroristas, pero lamentablemente también murieron dos oficiales y un rehén.

“El momento más difícil que tuve que enfrentar vino tras la operación, cuando nos enteramos de que teníamos bajas dentro de nuestras líneas. Me tocó profundamente saber de la muerte del coronel del Ejército Juan Valer Sandoval, con quien había hecho muy buena amistad”, lamentó. Además de Valer, perdieron la vida heroicamente el teniente de infantería Raúl Jiménez y el magistrado Carlos Giusti Acuña.

Sanguinarios

Terroristas tenían todo un arsenal

El MRTA contaba con un peligroso arsenal para matar a rehenes y combatientes, según recuerdan los comandos Chavín de Huántar. Los terroristas tenían desde granadas fragmentarias, hasta fusiles AKM de guerra, e incluso lanzacohetes que podían exterminar a decenas de personas en pocos minutos. “Luchamos por el Perú, por la gente de campo y de la ciudad en una de las misiones más difíciles”, resaltó el contralmirante en retiro Carlos Tello.

CIFRAS

126 días duró la angustiosa toma de la embajada de Japón en Lima.

140 comandos participaron en la histórica operación de rescate.

72 personas quedaron como los rehenes de terroristas del MRTA.

Te puede interesar: