Ver al presidente Ollanta Humala en la clausura de la Conferencia Anual de Ejecutivos (CADE 2013) llevada a cabo el viernes último en Paracas y escucharlo ayer hablar sobre la necesidad de promover la industrialización como herramienta para luchar contra la pobreza y la desigualdad, son dos buenas señales que ojalá se traduzcan en la toma de decisiones desde el Estado para promover la inversión y apuntalar el crecimiento.

Al menos en estas dos oportunidades no se ha escuchado nada parecido al discurso de hace pocas semanas, en que por poco se afirma que solo Qali Warma, Pensión 65 y Beca 18 salvarán al Perú porque ayudan a incluir a los peruanos, cuando en realidad no hay nada más efectivo para mejorar las condiciones de vida de los peruanos que promover las inversiones, que generar empleo adecuado, tal como lo hemos venido viendo en el Perú en los últimos años.

Desde mediados del 2011, el presidente Humala ha cambiado para bien. Dejó de lado "La gran transformación" y expectoró a la izquierda, que nada aportaba. Sin embargo, todavía se ve timidez desde el Estado por trabajar de la mano con los empresarios para promover el desarrollo del país, cada uno desde su lado, pero juntos. Ojalá que lo visto el viernes en Paracas y ayer en Lima sea señal de que la cosa está cambiando.

Si el presidente Humala no quiere pasar a la historia como el responsable de haber detenido al país por su falta de iniciativa y entusiasmo para promover las inversiones, que termine de apartar las voces del pasado y acabe de darse cuenta de que hace falta una alianza con el sector privado para trabajar de la mano por el desarrollo y la inclusión social.