La evaluación PISA 2012 sigue en el candelero ya que dejó por los suelos el sistema educativo de nuestro país. El impacto ha sido demoledor luego de saber que los escolares peruanos ocupan el último lugar en el ranking mundial en matemáticas, lectura y ciencias. Es evidente que este déficit, que tanto compromete el futuro, es común a la gran mayoría de colegios.

Algunos análisis sobre la educación en el Perú dicen que los alumnos no tienen hábitos ni técnicas de estudio. Además expresan los conceptos por escrito con dificultad. No conocen términos ni saben buscar información. Les cuesta preguntar lo que no entienden y revelan poco ejercicio de lectura y de la escritura.

No se necesitó la prueba PISA 2012 para conocer estas carencias de nuestros escolares. El abandono que por décadas le imprimieron a la educación la clase política, y en muchos casos, los padres, empieza a explotar con resultados catástroficos. ¿Qué profesionales, qué científicos, qué artistas, qué congresistas, qué hombres de bien pueden surgir a partir de esta penosa realidad?

Está difícil la cosa. Con ministros de Educación cuya especialidad son los argumentos para justificar por qué no hay una política educativa estable y eficaz, es poco lo que se puede hacer. Así no se puede recuperar el tiempo perdido.

Con personas que solo levantan la voz para decir que en las casas no hay libros, que la televisión embruteció a los niños, que el Sutep tiene la culpa por oponerse a la evaluación de profesores, enfrentaremos esta durísima realidad con poco éxito. El índice debe ser el dedo acusador, pero también la señal que hay un camino por el que transitar para solucionar este problema.

Hay que convencer a los niños que educarse es útil y que sirve para entender cómo funcionan las cosas.