Hace poco se cumplieron nueve años de la emisión del Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), el 28 de agosto del 2003, sobre la violencia política que asoló al país en el periodo 1980-2000. Asimismo, ayer se celebraron los 20 años de la captura de Abimael Guzmán, el camarada "Gonzalo".

Estos números no son simples estadísticas. En las cifras, la verdad se descubre, se desvela, se desnuda. En ellas, el transitar de la vida, las convicciones y ambigüedades, aparecen inermes y sin pretextos. Simplemente, tal como son.

Quizá por eso es que la cifra de 69,280 víctimas que reportó la CVR es una herida abierta que no se va a cerrar, que solo puede necrosarse.

Una admisión podría muy bien dar un alcance revelador de ello. Un integrante del equipo estadístico de la CVR, el sociólogo David Sulmont, confesó a Caretas en setiembre del 2003 que "sabía que en algunos casos, las fuentes que se habían utilizado no eran del todo confiables".

No era un secreto, tampoco, como lo señala la nota en esa misma revista, que los comisionados ajustaron "contra el reloj" las conclusiones del Informe Final.

NUEVOS APORTES. No ha sido, no obstante, solo un problema de fuentes. La metodología aplicada por Patrick Ball, Jana Asher, David Sulmont y Daniel Manrique, para calcular el número de muertes de los años atroces del senderismo, ha sido objeto de demoledores cuestionamientos.

Uno de ellos, quizá el más reciente y documentado, proviene del economista Silvio Rendón, que ha elaborado la investigación , la cual está colgada en su blog, El Gran Combo Club.

El informe de Rendón arroja una cifra que haría temblar al comisionado más trejo: 28,000 muertos.

Y pasa a explicarlo. Según Rendón, fueron tres los errores principales cometidos por la CVR -que partió de una base de solo 23,969 víctimas registradas-. El primero fue que BASM (las iniciales de los responsables) duplicó la contabilización de los muertos divididos en tipos de victimarios.

Así, a los que atribuyeron al Estado, léase policías, militares, comités de autodefensa y paramilitares (1), y Sendero (2), los volvieron a contar en "otros perpetradores" (3).

Un segundo error tiene que ver con las fuentes. Como era sabido, las víctimas atribuidas al Estado estaban consignadas en diversos organismos, tales como ONGs o la propia Defensoría del Pueblo, y podían cruzarse, pero no pasaba lo mismo con los asesinatos de SL.

Lo que hizo la CVR, según Rendón, fue aplicar una estimación residual. Es decir, en cristiano, sumaron los datos de SL a los del Estado, lograron una proyección, y luego restaron lo que correspondía al Estado.

"Con ello, la proyección para SL es el residuo de dos estimaciones", precisa. Eso, además, sobredimensionó las víctimas de SL.

El tercer error que Rendón señala fue la forma en que implementaron el método de "captura-recaptura" (o Sistema de Estimación Múltiple), muy famoso -y vapuleado- porque desde 1896 su creador, el danés Carl George J.Petersen, lo usó para calcular el número de peces en las migraciones.

Este método careció, además, de un elemento indispensable para hacerlo válido: la independencia de las fuentes.

Así, Rendón concluye que por aplicar un método de captura-recaptura (basado en una regresión de Poisson), en vez de una normal multivariada, la cifra total de víctimas pasó de 28,000 a 32,000; por realizar una estimación residual para SL y otros perpetradores, la cifra total de víctimas pasó de 32,000 a 52,000; y por incluir a "otros" como un tercer grupo de perpetradores, la cifra total de víctimas pasó de 52,000 a 69,000.

A modo de tesis, Rendón señala que es difícil saber por qué los consultores de la CVR tomaron decisiones tan erradas, pero cree que pudo haber influido el anuncio que en el 2002 hicieron los comisionados, que señalaron que la cifra de 32,000 muertos se iba a duplicar y que SL era el principal perpetrador.

"Desde luego", indica, que el trabajo de un consultor "está guiado por los criterios dados por los clientes".

Y asevera, finalmente, que "un mal trabajo cuantitativo le hace un flaco servicio a la verdad y un peor servicio a la reconciliación del país".

"El trabajo cuantitativo de BASM ha sido un gran pasivo que no solo la CVR ha tenido que cargar, sino todo el Perú", aseguró.

EL FACTOR MÁS DÉBIL. Así las cosas, durante los últimos 9 años, haber repartido la responsabilidad de la violencia entre las FF.AA. y Sendero, haber denominado "guerra interna" a este periodo criminal y las cifras de muertes son algunos de los talones de Aquiles del Informe de la CVR.

Pero, hay que decirlo, en las cifras no hay maquillajes, tesis sociológicas o posturas ideologizadas que valgan: se aceptan o no, son válidas o no.

Un reconocido estadístico, Hugo Ñopo, actual consultor del BID, señaló en su momento que el método de la CVR fue muy interesante pero de difícil aplicación en un contexto como el de "conteo de muertos a partir de reportes."

"Los supuestos en los que se basa la estimación parecen ser mucho más sensatos en un 'entorno de conteo' menos sofisticado (como por ejemplo, peces en un océano o venados en un bosque)

Ñopo dijo a Correo en setiembre del 2005 que "es irresponsable lanzar al aire un modelo con una serie de supuestos y dar un número sin hacer un análisis de cuánto cambiarían los resultados si es que cambian los supuestos. Eso no se ha hecho".

Y aseguró que "es imposible hablar de un número. Lo más serio es hablar de un rango de cifras. Por eso, decir que son 69,200 es algo risible".

Requerido por este Diario para este informe, Ñopo no quiso ahondar en esas apreciaciones, pero opinó a favor de una discusión "académica" del tema, con aportes de diversos puntos de vista, que permitan avanzar sobre la construcción de lo que sería una verdad.

Su cuestionamiento, sin embargo, no ha sido el único. El periodista de izquierda y militante del PUM Raúl Wiener, a quien no se podría acusar de sesgo alguno en contra de la CVR, se preguntó hace un tiempo: "¿Cuántas muertes diarias debieron producirse para llegar a 69,280 en veinte años?". Luego se respondió: "¿Saben cuántas? 9.5 muertes cada día".

Además -añadió-, si se considera que el periodo intenso del conflicto duró más o menos 13 años, el promedio se elevaría hasta 14.7, casi 15 muertos diarios entre 1980 y 1993. "¿Es esto creíble?", dice él mismo.

Por si fuera poco, en otro de sus artículos sobre el tema, Wiener señaló que providencialmente estuvo en el distrito de Chungui (Oreja de Perro), en La Mar, Ayacucho, pocos días después de que la CVR recogió datos, y pudo apreciar muchas críticas a la metodología de recojo de los testimonios.

Según explicó, algunos culpables de violaciones (ex SL o excolaboradores del Ejército) se presentaban como víctimas a la espera de una reparación material.

Argumentó que el caso es emblemático, puesto que la CVR dijo que en Chungui hubo el mayor número de muertos en relación a la población original "debido al aislamiento de la zona".

Sin embargo, indicó, una investigación del CEDAP sobre el número de muertos a través del mapeo de las fosas y el recojo de testimonios en el terreno, arrojó cifras que no se diferenciaban de las de otras zonas del país.

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