¿Cómo viven y se preparan los valerosos comandos que dieron muerte a 'Alipio' y 'Gabriel' en el Vraem? Correo Semanal llegó hasta la Base de Pichari, en Cusco, donde militares y policías cuentan con equipos de última generación para enfrentar al narcoterrorismo

Por mucho tiempo el valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem) fue tierra de nadie. Un territorio remoto donde los caminos esconden muchos peligros y la frondosa selva sirve de silenciosa aliada del narcoterrorismo que durante dos décadas se ha expandido en la zona. Sin embargo, esta semana un importante golpe de las fuerzas de operaciones conjuntas –tanto de las Fuerzas Armadas como de cuerpos de élite de la Policía Nacional- fue asestado a la cúpula de Sendero Luminoso (SL) que aún opera en este territorio. Ocurrió la noche del domingo 11, como hoy todo el país ya conoce, en lo que el presidente Ollanta Humala ha definido como "un daño irreparable" para estos peligrosos remanentes subversivos.

Así, la muerte de Orlando Borda Casafranca ('Alipio') y Marco Antonio Quispe Palomino ('Gabriel'), como de otros elementos de SL, abre una nueva etapa en la lucha por la pacificación de esta región. Durante años fue una realidad que las fuerzas del orden no contaban con los medios y la instrucción idónea para hacer frente a un enemigo casi invisible, que partía de la ventaja de conocer el territorio agreste como la palma de su mano, y con los medios que proveía el narcotráfico para armarse y mantener su hegemonía. Por más de una década los medios de comunicación informaron sobre emboscadas y ataques del senderismo que costaban la vida de jóvenes comandos. Así, muchas veces abandonados a su suerte y sin la logística ni los medios suficientes, las fuerzas del Estado tuvieron que sufrir de la inacción de las autoridades que parecían no entender la importancia de dotar de recursos a los efectivos destacados en el Vraem.

Lo cierto es que en los últimos diez meses las cosas comenzaron a cambiar sensiblemente. Equipamiento moderno, bases con renovada logística y la irrupción de un grueso contingente de efectivos de las Fuerzas Especiales del Comando Especial del Vraem parece haber cambiado el paisaje de guerra que, desde hacía tiempo, parecía imponer Sendero.

PICHARI CONTRA EL TERROR. La reciente modernización de las bases militares en Ayacucho, Cusco y Junín contribuyó a recuperar el progresivo control en la zona, así como la incautación progresiva de grandes cargamentos de cocaína. La Base de Pichari (Cusco) -donde se tomaron las fotografías que ilustran estas páginas- es una de las renovadas instalaciones militares que operan en el Vraem y en la que permanecen asignados miembros del Ejército y la FAP, como parte de las fuerzas especiales combinadas que han sido asignadas.

Son los cuerpos de élite a los que hizo referencia el presidente Ollanta Humala cuando confirmó la noticia al país –y al que denominó 'Lobo'- aun cuando comunicaciones posteriores del sector Defensa han preferido poner en segundo plano la identificación de este cuerpo y enfatizar que se trata de un esfuerzo de las FF. AA. y Policiales, y no solo de un cuerpo de élite.

Así, estos comandos asentados en Pichari dieron este notable golpe a Sendero, lo que significa un gran reconocimiento para estas instituciones y para el Gobierno. Ahora se sabe que luego de una refriega en la localidad de Llochegua, en Huanta, Ayacucho, terminaron abatidos 'Alipio' y 'Gabriel', números 1 y 2 de la "estructura militar" de SL en esta zona. Y si bien fueron agentes del Ejército y de la Policía Nacional quienes se enfrentaron a balazos a los subversivos armados, es justo añadir que tanto miembros de la Fuerza Aérea como de la Marina de Guerra del Perú permanecen en Pichari y recorren la zona de forma constante.

"Estas fuerzas especiales patrullan por varios días, caminando por la espesa selva y sin seguir nunca las trochas, pues es ahí donde los narcoterroristas aguardan para emboscar. Hablamos de un territorio prácticamente inaccesible, en el que un tramo de diez kilómetros puede demorar un par de días de caminata", narra Alberto Orbegoso, fotógrafo que llegó hasta la zona para retratar las condiciones que se viven en la renovada Base de Pichari.

Para muchos sonará poco creíble que hasta hace unos meses no contaran con visores nocturnos ni GPS. "En el Vraem la noche es cerrada. Uno pone la mano delante de la cara y no llega a verla. Tanto para los comandos como para los pilotos de helicópteros, se trata de instrumentos esenciales para el patrullaje", refiere Orbegoso, quien permaneció cerca de tres semanas en Pichari registrando el entrenamiento y patrullaje de estas Fuerzas Especiales conjuntas.

En las imágenes que ilustran este reportaje se aprecian las nuevas condiciones de los comandos en estas bases. Módulos de atención médica -que además de atender a los comandos y tropas brindan servicios de salud a los pobladores de la zona- y, en las cuadras, camarotes renovados contrastan con las que los medios de comunicación dieron a conocer en meses pasados acerca de las condiciones en que se combatía. Asimismo, una recientemente acondicionada área de entrenamiento –pista de comando- destaca al interior de la Base de Pichari.

"Hace un año estuve en esta base y ahora que acabo de volver he constatado varios cambios en infraestructura y en la parte técnica. Tuvimos la posibilidad de hacer un patrullaje nocturno con un visor y es impresionante lo claro que se ve a pesar de la oscura noche. El armamento también es más sofisticado y el entrenamiento diario ha mejorado. Antes existía dentro de la base varias UQM (unidad quirúrgica móvil), que hoy han sido reemplazadas por un centro médico integral", añade Jimmy Jara, comunicador del Ministerio de Defensa que colaboró en la elaboración de esta nota.

La modernización de estas es solo el primer paso de una larga y compleja carrera por liberar al Vraem del narcoterror. Las labores de Inteligencia militar-policial y la estrategia de acercamiento con las poblaciones civiles son parte de un esfuerzo por afianzar la presencia del Estado, paso que se verá aliviado tras este inobjetable triunfo militar. Ahora toca no bajar la guardia. Fotos: Alberto Orbegoso