La Policía golpea duramente a la minería ilegal en Madre de Dios, pero la Confederación de mineros artesanales responde con todo y un paro. Mientras el Estado intenta combatir a los delincuentes, la selva se sigue depredando, los ríos contaminando y los animales muriendo. La crónica de Correo Semanal

Desde el aire el panorama es catastrófico. Se observa la destrucción de la selva: campamentos de mineros ilegales provistos de motobombas y dragas que extraen de manera ilegal el oro en el sector 4 en la Reserva Nacional de Tambopata, en Madre de Dios. Miles de hectáreas depredadas, profundos hoyos de color dorado donde antes hubo verde, árboles talados, basura, tierra quemada. "Si se quiere recuperar los árboles que han sido talados en este lugar, calculo que demorará unos 100 años reforestar todo esto", dice un representante del Ministerio del Interior mientras sobrevolamos la zona en un helicóptero de la Policía Nacional. "Una lástima lo que se observa", repite. Los estragos medioambientales parecen irrecuperables.

Como un intento para combatir la minería ilegal, entre el miércoles 25 y el domingo 28 de septiembre, la Policía Nacional destruyó e incautó motores, generadores eléctricos, combustibles, motosierras, motobombas, balsas 'chupaderas' e incluso antenas parabólicas, motocicletas y motocards. Todo ese material es utilizado por los mineros ilegales de la zona y sumaron más de 1.600 objetos pertenecientes a estas mafias.

"La zona de amortiguamiento de Tambopata es un lugar de protección y de reserva donde no se puede autorizar la extracción minera. Acá todos son ilegales", asegura el ministro del interior, Wilfredo Pedraza, mientras recorre los arenales que antes acogieron verdes árboles.

Cabe precisar que los mineros ilegales extraen el oro de zonas prohibidas como reservas naturales o en las riberas de ríos y lagunas. En cambio, los informales laboran en zonas permitidas por el Estado, pero sacan el mineral sin la documentación respectiva. En los alrededores donde se realizó el operativo en Madre de Dios, decenas de personas provistas con machetes y motosierras aguardaban a que los efectivos policiales abandonen el lugar para volver a los campamentos, muchos de los cuales fueron finalmente destruidos y, sus motobombas, dinamitadas.

"Nosotros no somos mineros ilegales. Somos mineros. En qué quieren que trabajemos si Madre de Dios vive de la minería", se justifica uno de los trabajadores que prefirió no identificarse y escapar en una motocicleta. "Acá no somos ilegales", añade otro, sin entender que se encontraba en medio de una reserva natural.

Según cifras del Ministerio de Ambiente, en la década del 90' en Madre de Dios la zona afectada por la minera ilegal no superaba las 900 hectáreas. Pero en 2000 la cifra ascendió a 6.254 hectáreas. En 2011 la zona impactada superaba las 32.750 hectáreas. Entre el territorio más devastado se encuentra Huepetuhe. Otro lugar fuertemente contaminado corresponde a las comunidades nativas del Alto Madre de Dios, como la Reserva Comunal Amarakaeri y las ubicadas en la cabecera del río Malinowski.

Para el Ministerio Público, al 2013 la depredación de bosques selváticos peruanos podría llegar a las 40.000 hectáreas. Un grave problema al se le debe sumar los ríos contaminados, niños con la sangre infectada por el mercurio y animales muertos en los ríos. Fotos: T. Gamarra / D. Juárez

Puedes leer la crónica completa en la edición 128 de la

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