Especialista destaca las “4 P” como signos tempranos y alerta sobre el diagnóstico tardío que aún predomina en el país.
Especialista destaca las “4 P” como signos tempranos y alerta sobre el diagnóstico tardío que aún predomina en el país.

La diabetes tipo 1 infantil es una enfermedad autoinmune que suele aparecer entre los 5 y 14 años, y cuyo diagnóstico oportuno es crucial para evitar complicaciones graves. A diferencia de la diabetes tipo 2, su origen no está asociado al estilo de vida, sino a un proceso inmunológico en el que el cuerpo destruye las células beta del páncreas encargadas de producir insulina.

La Dra. Julissa Angulo Barranca, endocrinóloga pediátrica de la Clínica Anglo Americana, explicó que los síntomas iniciales pueden confundirse con cuadros virales o cambios conductuales.

“La mayoría de los padres no sospecha que su hijo tiene diabetes tipo 1 hasta que llega a emergencia. Por eso es clave reconocer los síntomas tempranos”, señaló.

Las “4 P”: síntomas que no deben pasar desapercibidos

La especialista enfatiza cuatro signos clásicos:

  • Poliuria: orinar con mucha frecuencia, incluso en la noche.
  • Polidipsia: sed intensa y constante.
  • Polifagia: aumento del apetito.
  • Pérdida de peso sin causa aparente.

Los niños también pueden lucir cansados, irritables o con bajo rendimiento escolar.

El ataque autoinmune empieza antes del primer síntoma

La endocrinóloga precisa que el proceso autoinmune puede iniciar dos o tres años antes del debut clínico, una etapa conocida como pródromo inmunológico. En ese periodo, los análisis de anticuerpos específicos pueden identificar a los niños con alto riesgo.

“Hoy sabemos que existen marcadores inmunológicos que permiten adelantarnos al diagnóstico. Si se hace seguimiento, se pueden prevenir cuadros severos como la cetoacidosis diabética”, sostuvo.

Los menores con antecedentes familiares de diabetes tipo 1 o con otras enfermedades autoinmunes —como celiaquía o hipotiroidismo autoinmune— deben recibir especial vigilancia.

Diagnóstico tardío: un desafío persistente en el Perú

En el país, muchos niños llegan al hospital en estado crítico. Esto se debe a que los síntomas suelen pasar inadvertidos o no se sospecha de diabetes en la primera consulta.

“Se requiere sensibilizar al personal de salud y a los colegios para que detecten las señales de alerta”, indicó Angulo.

El diagnóstico temprano permite estabilizar al menor e iniciar un manejo integral que combine educación, nutrición y tecnología.

Tecnología que transforma la vida de los niños

Los avances recientes incluyen:

  • Monitores continuos de glucosa (CGM)
  • Bombas de insulina inteligentes

Estos dispositivos actúan como un “páncreas externo”, midiendo la glucosa cada cinco minutos y administrando microdosis de insulina.

“Los niños pueden llevar una vida más activa y ya no es necesario pincharse el dedo tantas veces al día”, explica la especialista.

Sin embargo, el acceso sigue siendo limitado y depende de los recursos familiares, a diferencia de países como Estados Unidos o España, donde forman parte del tratamiento estándar.

El rol clave de los colegios y docentes

Para la endocrinóloga, la concientización escolar puede salvar vidas. Los docentes suelen notar cambios en el comportamiento o hábitos del niño antes que la propia familia.

“Cuando un profesor ve que un alumno pide agua constantemente o se levanta al baño con frecuencia, debería considerarlo una señal de alerta”, remarcó.

Un diagnóstico oportuno evita emergencias y secuelas, permitiendo que los niños crezcan con una vida plena.

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