La vida nocturna podría tener relación con el aumento de peso.  (Foto: Shutterstock)
La vida nocturna podría tener relación con el aumento de peso. (Foto: Shutterstock)

La cantidad de personas que prefieren o se ven obligadas por las circunstancias a realizar actividades nocturnas aumenta conforme pasan los años. Este grupo de personas, conocidas como “búhos”, cena en horas cercanas a la medianoche, utiliza equipos electrónicos antes de dormir y tiende a realizar labores esenciales en medio del descanso de otros individuos.

Lo que no se conocía a detalle era el peligro al que este grupo se exponía por su naturaleza nocturna. Una investigación de la Universidad de Murcia reveló que contar con un cronotipo nocturno y cenar tarde contribuye a engordar. Además, por si no fuera poco, dificulta la pérdida de peso e incrementa los factores de inflamación y de riesgo cardiovascular.

El estudio- realizado en conjunto con la Universidad Autónoma de Querétaro- da cuenta que los “búhos” presentan mayor riesgo cardiometabólico y más alteraciones lipídicas si se los compara con los que prefieren realizar actividades en la mañana o tarde.

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Fueron un total de 2 223 los jóvenes que formaron parte del estudio. Los de cronotipo nocturno tendían a tener mayor obesidad y riesgo de síndrome metabólico. Este escenario tendría relación en la calidad de alimentación de este grupo.

Este dato es importante, debido a que los jóvenes nocturnos consumían menos carbohidratos complejos y más grasas, así como menos cantidad de fibra.

Se nace búho

Otra información importante que arroja el estudio es que la realización de actividades nocturnas está estrechamente vinculada con los genes. Es decir, desde el nacimiento se está predestinado a preferir las actividades en las noches que en las mañanas o tardes.

Esto no quiere decir que la alimentación inadecuada también esté condicionada a la naturaleza. Es ahí donde entra a tallar la discreción de cada quien. Los “búhos” pueden elegir qué comer y así mejorar en algún modo estas previsiones.

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El celular puede ser enemigo

El estudio también se centró en niños entre 8 y 12 años. En estos se midió el impacto de la luz electrónica en el sueño y descanso profundo. Así, se logró concluir que estar frente a una pantalla antes de dormir retrasaría el centro del sueño.

Este escenario estaría relacionado a la supresión de la hormona del sueño, la melatonina. De esta manera, los niños se levantan justo en el momento en el que el sueño entra en una etapa restauradora, por lo que llegan cansados a sus clases.

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