La fibra alimentaria es uno de los componentes más subestimados de la dieta diaria. Presente en frutas, verduras, legumbres y cereales integrales, cumple funciones vitales que van mucho más allá del bienestar digestivo. Según la OMS, deberíamos consumir al menos 25 gramos diarios, pero muchas personas apenas alcanzan la mitad. Esta deficiencia puede tener consecuencias importantes para la salud metabólica.
La nutricionista Fabiana Cremer García, miembro del Consejo Consultor de Nutrición de Herbalife, explica cuáles son los principales mitos y verdades sobre la fibra:
- Toda fibra es igual – FALSO. Existen dos tipos: la soluble, que regula colesterol y glucosa (presente en avena y manzanas), y la insoluble, que mejora el tránsito intestinal (como en hojas verdes o arroz integral). Lo ideal es consumir ambas, dependiendo del objetivo de salud.
- La fibra ayuda a sentirte lleno – VERDADERO. Ralentiza la digestión y prolonga la saciedad, lo que puede ayudar a controlar el peso. Diversos estudios vinculan una dieta rica en fibra con menor índice de masa corporal.
- Cuanta más fibra, mejor – FALSO. Un exceso puede causar molestias como gases o estreñimiento. Lo recomendable es aumentarla de forma gradual, acompañándola con suficiente agua.
- La fibra necesita agua para funcionar – VERDADERO. La hidratación es fundamental para que la fibra cumpla su función. Beber al menos 2 litros diarios de agua es clave para evitar efectos contrarios como heces duras o digestión lenta.
- Ayuda a controlar el colesterol y el azúcar – VERDADERO. Las fibras solubles, como las del betaglucano de la avena, reducen el colesterol LDL y previenen picos de glucosa. Esto reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares y diabetes tipo 2, según investigaciones publicadas en The American Journal of Clinical Nutrition.
Adoptar una dieta rica en fibra no solo mejora la digestión, sino que puede ser clave para una vida más larga y saludable.