Las emergencias pediátricas pueden presentarse de forma inesperada y generar gran preocupación entre padres y cuidadores. Según el Dr. Andy Mendoza, médico general de Sanitas Consultorios Médicos, muchas de estas situaciones pueden resolverse con rapidez si se actúa correctamente. “Tener claridad sobre cómo responder permite tomar decisiones oportunas y proteger la salud del menor”, señala.
Entre las emergencias más comunes se encuentran la fiebre alta, convulsiones, obstrucción de vías respiratorias, reacciones alérgicas severas, traumatismos y quemaduras. La mayoría de estos cuadros están relacionados con las condiciones de vida de los menores, como la exposición al frío, la mala ventilación o la falta de acceso a agua potable.
A continuación, el Dr. Mendoza brinda una guía práctica con seis situaciones críticas y cómo responder:
- Convulsiones: No sujetar al niño ni introducir objetos en su boca. Colocarlo en un lugar seguro, observar la duración del episodio y acudir al centro médico.
- Fiebre alta: Monitorear temperatura, ofrecer antipiréticos según indicación médica, mantener buena hidratación y acudir a emergencias si aparecen signos como alteraciones de conducta o lesiones en la piel.
- Atragantamiento: Aplicar maniobras específicas según edad (palmadas y compresiones en lactantes; maniobra de Heimlich en mayores). Si el menor no respira, iniciar RCP y llamar al 106 (SAMU).
- Reacción alérgica severa: Acudir de inmediato al hospital si hay dificultad para respirar, hinchazón facial o corporal, vómitos intensos, pérdida de conciencia o ronchas generalizadas.
- Golpes en la cabeza: Si el menor está consciente y sin síntomas alarmantes, observar en casa. Si hay vómitos, convulsiones, sangrado o somnolencia excesiva, acudir a urgencias.
- Quemaduras: Retirar al niño de la fuente de calor, enfriar con agua corriente (no helada), evitar remedios caseros, no reventar ampollas y buscar ayuda médica si la quemadura es profunda o extensa.
Además, el Dr. Mendoza insiste en la importancia de crear un entorno seguro, educar a los niños sobre riesgos y tener siempre a la mano un botiquín y los números de emergencia. “La prevención y la información salvan vidas. Padres y cuidadores deben estar preparados para actuar con rapidez y seguridad”, concluye.