Según UNICEF, los recién nacidos requieren alimentarse cada dos o tres horas, incluso durante la noche. Esta rutina, propia de los primeros meses de vida, garantiza su desarrollo y bienestar, aunque suele afectar el descanso materno.
La obstetra Nícida Ferreyros explica que, en la noche, los niveles de prolactina aumentan y favorecen la producción de leche materna, lo que convierte las tomas nocturnas en parte esencial de la nutrición del bebé. Incluso cuando se utiliza fórmula, atender las tomas forma parte de una rutina necesaria para su salud.
Diversos estudios señalan que los despertares nocturnos para alimentarse son comunes hasta el primer año de vida y disminuyen de manera progresiva. “Es normal que el bebé despierte, no siempre por hambre; muchas veces busca contacto, calor o seguridad”, precisa Ferreyros.
La especialista junto a Babysec resaltan que este periodo puede convertirse en un espacio de conexión entre la madre y el bebé, y que no es necesario exigirse una perfección imposible: cada noche será distinta y el apoyo del padre o familiares resulta clave para aliviar la carga.
Consejos prácticos para la lactancia nocturna:
- Preparar el espacio antes de dormir: Dejar a mano pañales, ropa de cambio, una luz tenue y agua para la madre.
- Usar ropa cómoda y funcional: Prendas con botones o camisones que faciliten la lactancia sin interrumpir demasiado el descanso.
- Evitar la estimulación excesiva: No encender pantallas ni hablar en voz alta para mantener un ambiente relajado.
- Considerar el colecho seguro o habitación compartida: Acercar al bebé en una cuna o moisés puede simplificar las tomas y dar tranquilidad a los padres.
De acuerdo con los especialistas, entender que los despertares son parte del desarrollo ayuda a vivir esta etapa con menos presión y más serenidad, enfocándose en la salud del bebé y en el bienestar de toda la familia.