La leche materna es mucho más que un alimento: es un líquido vivo, rico en defensas, bacterias benéficas, hormonas, enzimas y nutrientes esenciales que nutren, protegen y fortalecen el vínculo entre madre e hijo. Diseñada por la naturaleza para responder a las necesidades cambiantes del bebé, su composición puede variar incluso dentro de una misma toma: comienza más líquida para hidratar, se enriquece con proteínas para nutrir y finaliza con mayor contenido graso para favorecer la digestión y la saciedad.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una lactancia adecuada puede prevenir más de 800 mil muertes infantiles y 200 mil muertes maternas cada año. Entre sus beneficios, fortalece el sistema inmunológico, protege contra infecciones respiratorias y digestivas, previene la obesidad y la diabetes, y favorece el desarrollo neurológico.
Para las madres, lactar también representa ventajas: ayuda al control del sangrado posparto, contribuye a la pérdida de peso, reduce el riesgo de depresión postnatal, cáncer de mama y ovario, e incluso disminuye la probabilidad de hipertensión y enfermedades cardiovasculares a largo plazo.
“Lactar es el mejor regalo que una mamá le puede dar a un bebé en todos los sentidos: físico, inmunológico, cerebral y emocional. Y es, además, una forma poderosa de crear apego”, señala la doctora Alexandra Vega, gerente médica y de farmacovigilancia de Genfar.
La especialista recuerda que lactar no siempre es fácil y que muchas madres enfrentan dudas o temores en los primeros días. Recomienda mantener una buena hidratación, evitar el estrés, asegurar un buen agarre, permitir que el bebé succione con frecuencia y buscar apoyo profesional en caso de dificultades.
Además, existen prácticas que pueden estimular la producción de leche, como ofrecer el pecho a libre demanda, masajear suavemente los senos antes de amamantar, mantener contacto piel con piel, descansar lo suficiente y seguir una dieta balanceada rica en hierro, calcio y omega-3.
Donar leche materna, un acto que salva vidas
La leche materna también puede ser vital para otros bebés, especialmente prematuros o recién nacidos con bajo peso o problemas de salud. Los bancos de leche humana se encargan de recibir, analizar, pasteurizar y distribuir este recurso bajo estrictos estándares de calidad.
Las madres pueden donar su excedente extrayéndolo en casa con frascos de vidrio esterilizados, etiquetándolos con fecha y hora, y conservándolos refrigerados o congelados hasta su entrega. Una vez procesada, la leche conserva su valor nutricional y puede salvar vidas.
“Muchas madres no saben que pueden donar mientras amamantan a sus propios hijos. Ser mamá de uno, pero alimentar a dos, es una de las formas más poderosas de compartir salud”, añade la doctora Vega.
La lactancia exclusiva se recomienda hasta los seis meses y, como complemento, hasta los dos años o más. En caso de no poder amamantar, el pediatra debe indicar la mejor alternativa nutricional para el bebé.