En los primeros años de vida, el sistema inmunológico de los bebés aún está en desarrollo, lo que los hace más vulnerables a infecciones peligrosas. Una de las más comunes es provocada por el neumococo, una bacteria que, aunque suele habitar sin causar síntomas en la nariz de muchas personas, puede desencadenar enfermedades graves como neumonía, meningitis, otitis o incluso sepsis.
Según el Dr. Javier Díez-Domingo, miembro de la Sociedad Europea de Enfermedades Infecciosas Pediátricas (ESPID), los bebés son especialmente susceptibles porque sus defensas no están completamente preparadas. “El neumococo se hace más agresivo e invade el organismo del niño”, advierte el especialista.
Entre los síntomas más importantes que pueden alertar a los padres sobre una posible infección se encuentran:
- Fiebre alta repentina: si el bebé presenta fiebre, debe recibir atención médica inmediata, ya que esta infección siempre se asocia con fiebre.
- Irritabilidad y llanto excesivo: podría ser signo de un fuerte dolor de cabeza, asociado a meningitis.
- Respiración rápida o agitada: si el abdomen del bebé se mueve con rapidez, podría indicar dificultad respiratoria.
- Escasa movilidad o respuesta: si el bebé no se mueve ni reacciona como de costumbre, puede tratarse de una señal de infección.
Medidas de prevención fundamentales
Afortunadamente, el neumococo se puede prevenir con una serie de medidas simples pero efectivas:
- Vacunación: en Perú, el esquema de inmunización contempla tres dosis de la vacuna neumocócica: a los 2, 4 y 12 meses de edad. Esta ha demostrado reducir significativamente los casos graves.
- Evitar visitas numerosas al recién nacido: el contacto frecuente con adultos o niños portadores puede incrementar el riesgo.
- Lavado de manos frecuente: una práctica clave para evitar infecciones respiratorias.
- Uso de mascarilla si hay síntomas de resfrío en casa: especialmente útil si uno de los cuidadores está enfermo y tiene contacto cercano con el bebé.
“El neumococo se va adaptando a las defensas y va cambiando. Por eso, la vacunación no solo protege al niño que la recibe, sino que también contribuye a proteger al resto de la comunidad”, concluye el Dr. Díez-Domingo.