Psicóloga advierte que etiquetar a los hijos como “flojos” daña su autoestima y no soluciona el problema; recomienda identificar las causas y actuar a tiempo con apoyo profesional.
Psicóloga advierte que etiquetar a los hijos como “flojos” daña su autoestima y no soluciona el problema; recomienda identificar las causas y actuar a tiempo con apoyo profesional.

El bajo rendimiento escolar es una situación frecuente entre los estudiantes, pero esperar a que un niño esté a punto de repetir el año para tomar medidas puede agravar el problema. Detrás de las malas calificaciones pueden existir factores invisibles como estrés, ausencia de hábitos de estudio, problemas emocionales o incluso dificultades físicas no detectadas.

La doctora Carmen Bravo de Rueda, psicóloga y psicoterapeuta de la Clínica Ricardo Palma, subraya que los padres no deben llamar a sus hijos “flojos” o “vagos” por desaprobar. Estas etiquetas, señala, no corrigen la situación y, por el contrario, dañan la autoestima, generan resentimiento y desmotivan un cambio positivo.

Entre las causas más comunes de bajo rendimiento se encuentran la inasistencia frecuente al colegio —que implica perder explicaciones y práctica en casa—, no comprender a la docente, falta de repaso de lo aprendido, desorden en la rutina de tareas, problemas de concentración, bullying o afecciones no diagnosticadas como miopía, astigmatismo o mala audición.

La especialista recomienda que, si un niño falta a clases, los padres busquen un resumen de la lección, lo revisen con él y se aseguren de que realice sus tareas adecuadamente. Además, sugiere establecer un horario claro para las actividades después del colegio, alternando descanso y estudio, y supervisar las tareas para aclarar dudas.

Si las dificultades persisten a pesar de mejorar hábitos y rutinas, se aconseja una evaluación psicológica integral que permita identificar si el problema responde a causas externas, internas, un trastorno de aprendizaje o un conflicto emocional.

Actuar con comprensión, acompañamiento profesional y medidas a tiempo puede marcar la diferencia en el futuro académico y emocional de un niño.