Sentir que el aire no alcanza al correr, pedalear o levantar pesas suele asociarse al cansancio propio del esfuerzo físico. Sin embargo, este síntoma —conocido como disnea— puede ser el primer indicio de una enfermedad cardiovascular silenciosa, sobre todo en personas que retoman la actividad física tras un largo periodo de sedentarismo.
“El ahogo repentino, los latidos acelerados y las palpitaciones durante el ejercicio son signos que no deben pasarse por alto, especialmente si persisten en reposo o vienen acompañados de presión en el pecho”, advierte el Dr. Miguel Reyes Rocha, cardiólogo de la Clínica Anglo Americana.
Aunque algunos síntomas pasan desapercibidos en personas jóvenes, a partir de los 40 años aumenta la posibilidad de desarrollar enfermedades cardíacas sin presentar señales claras. Las personas con hipertensión, diabetes, colesterol alto o antecedentes de tabaquismo —incluso si no presentan molestias— están en mayor riesgo de sufrir complicaciones durante una rutina intensa.
El Dr. Reyes Rocha subraya que, antes de incrementar el ritmo o exigencia del entrenamiento, es imprescindible realizar un chequeo que incluya consulta con un cardiólogo, un electrocardiograma y, de forma ideal, un ecocardiograma. “El electro muestra solo la actividad eléctrica del corazón; la ecografía revela problemas estructurales. Saltarse esa prueba es como manejar de noche con las luces apagadas”, explicó.
En deportistas de alto rendimiento también pueden requerirse estudios más avanzados como tomografía coronaria o cardiorresonancia. Según el especialista, enfermedades como las miocardiopatías, anomalías valvulares o cardiopatías congénitas leves pueden evolucionar silenciosamente durante años y manifestarse de forma abrupta bajo esfuerzo físico intenso.
Casos recientes en maratones locales han evidenciado que incluso personas físicamente activas pueden sufrir eventos cardíacos graves si no han sido evaluadas previamente. “La sorpresa más ingrata es el fallecimiento súbito del deportista que creía estar sano”, afirma Reyes Rocha.
Para prevenir estos desenlaces, se recomienda una evaluación anual con el especialista, y repetirla en caso de dolor torácico, desmayos, taquicardias o disnea anormal. “La mirada del cardiólogo es irremplazable. Detecta detalles que pueden marcar la diferencia entre entrenar con seguridad o exponerse a un evento grave”, enfatiza.
En caso de diagnóstico de alguna anomalía significativa, el ejercicio de alta competencia se restringe y se opta por actividad ligera bajo vigilancia médica. La recomendación del especialista es clara: “Escucha a tu cuerpo. El ahogo persistente, las palpitaciones y la presión en el pecho son señales de alerta. Más vale perder un día de entrenamiento que poner en riesgo tu corazón”.