Con la llegada del invierno, la tos persistente en niños se convierte en uno de los principales motivos de consulta en los servicios pediátricos. Aunque en la mayoría de casos está asociada a infecciones virales leves, los padres deben estar atentos a ciertas señales de alerta para distinguir cuándo se trata de un cuadro más serio.
La Dra. Marianna Constantini, médico de urgencias pediátricas de la Clínica Anglo Americana, explica que un proceso viral agudo puede durar entre tres a siete días, e incluso extenderse hasta 10 o 15 días. Sin embargo, el foco debe estar en cómo se encuentra el niño en general.
“El estado general del menor es clave. Si se alimenta bien, juega, está de buen ánimo y no presenta dificultad para respirar, lo más probable es que se trate de un cuadro leve que puede manejarse en consulta”, señala la especialista. Ante estos casos, es recomendable evitar la automedicación y acudir al pediatra para recibir una evaluación adecuada.
Por el contrario, si el niño presenta fiebre por más de tres días, respiración rápida, hundimiento del pecho, somnolencia, irritabilidad o dificultad para alimentarse, es necesario acudir de inmediato a emergencias. Estos signos pueden indicar complicaciones como bronquitis, neumonía o asma.
Otros síntomas que requieren seguimiento especializado incluyen tos nocturna, silbidos al respirar o dificultad para hacer ejercicio. En estos casos, la Dra. Constantini recomienda continuar las evaluaciones en consultorio pediátrico o con un neumólogo infantil.
“La tos no siempre indica algo grave, pero puede ser la primera señal de que algo no anda bien. Observar, no automedicar y consultar a tiempo puede hacer toda la diferencia”, enfatiza la especialista.