El auge del trabajo híbrido y la creciente exposición de los datos corporativos han convertido al acceso remoto en una herramienta clave para la productividad empresarial, pero también en un nuevo frente de vulnerabilidad.
Tradicionalmente, las redes privadas virtuales (VPN) se han considerado el pilar de la ciberseguridad, al permitir a los empleados conectarse a servidores, sistemas de gestión y plataformas internas a través de un túnel cifrado que protege la información sensible, incluso en redes públicas como aeropuertos, cafés o coworkings.
Sin embargo, el aumento de dispositivos conectados, la complejidad de los entornos multicloud y la expansión del teletrabajo han puesto en evidencia que depender únicamente de las VPN ya no garantiza la seguridad necesaria.
“Las VPN no han perdido vigencia, pero ya no son suficientes por sí solas. Hoy, la seguridad del acceso remoto debe combinar diferentes capas de protección para garantizar agilidad, visibilidad y control”, explica Mauricio Gálvez, gerente de Ciberseguridad de TIVIT LATAM.
Entre los principales retos de las VPN tradicionales figuran la escalabilidad —pues su infraestructura se congestiona con más usuarios conectados— y la falta de visibilidad, ya que otorgan acceso amplio y dificultan el monitoreo de amenazas internas o credenciales comprometidas.
Frente a estas limitaciones, gana terreno el modelo Zero Trust, que se basa en la validación continua y el acceso segmentado. A esto se suman soluciones de ZTNA (Zero Trust Network Access) y herramientas nativas en la nube, que ofrecen mayor agilidad y escalabilidad.
En conclusión, las VPN siguen siendo valiosas para garantizar continuidad operativa, pero el futuro de la ciberseguridad corporativa pasa por integrar múltiples capas de protección que incluyan autenticación constante, control granular y resiliencia frente a cualquier amenaza digital.