Antonio Zeta. En narrativa, ha publicado los libros de relatos Tarbush. (Foto: Cortesía)
Antonio Zeta. En narrativa, ha publicado los libros de relatos Tarbush. (Foto: Cortesía)

Para muchos escritores la pandemia o los silenció o los animó a escribir. Para Antonio Zeta fue un proceso híbrido, el cual terminó de cuajar en un libro que aborda el dolor de la pérdida, pero también lo que significa renacer pese a ello.

¿La pandemia originó tu libro “Tabas”?

La idea de Tabas se originó precisamente en tiempos de pandemia. Sin embargo, en aquellos tiempos, más que refugiarme en la escritura, encontré en la lectura un lugar seguro, lejos de la fatídica realidad. En mi caso, la muerte de mi madre y de mi hermana me sumieron en un silencio literario. Un dolor dormido que solo pudo romperse con la escritura de Tabas. Después de retener la historia casi dos años en la memoria el libro, por fin, comenzó a escribirse solo. El final del proceso escriturario fue memorable, ocurrió durante una noche de rayos y truenos en Piura. Una tormenta eléctrica remecía los cielos de esta zona del país mientras que yo, en un rincón, terminaba de escribir el último párrafo de la historia de Ricardo Salvador.

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¿Cómo escoges los temas a escribir?

Coincido con Vargas Llosa en cuanto a que son los temas quienes eligen a uno. Nunca puedo recordar el momento preciso en que se germina la idea en mi cabeza. En el caso particular de Tabas, la historia gira alrededor del miedo. Basta recordar que muchos adultos redescubrimos el miedo durante la pandemia, sobre todo el miedo a la muerte. Los hechos se ambientan el año después de la pandemia; no obstante, la enfermedad es también un tema del libro. O, más precisamente, la enfermedad es un personaje de la historia. Ricardo Salvador, protagonista de la novela, le teme a una enfermedad congénita, un mal que lo ha marcado de por vida. Pero, por encima de la enfermedad, Ricardo teme a los otros, a todos aquellos que no aceptan las diferencias.

¿Han influido en tu escritura las leyendas piuranas?

No para el caso de este último libro, pero sí hay presencia de seres legendarios en mis libros Lo que las sombras ocultan y Colpawálac, en ambos presente el teriotrofismo (transformación de un ser humano en otro animal). Aunque el ejemplo mucho más explícito, y comprobable, está en el relato El latido de las vísceras, basado en una aterradora leyenda paiteña conocida como La venganza del mondongo. Ahora, la influencia se extiende al ámbito nacional al incluir jarjachas (Llajar) o tomar en el mito del inkarri (Khipu de sangre).

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¿Cómo fue la experiencia con “Tarbush”?

Tarbush ha sido una de las experiencias más catárticas que he tenido. Hasta antes de la escritura de este libro, vivía inconforme con los cómics, mangas o filmes de superhéroes que leía o veía. En todos ellos el fin del mundo o el intento de conquista de nuestro planeta comenzaba básicamente en dos países. La inconformidad me llevó a darle forma a Tarbush. Para quienes leen las primeras páginas, creen estar frente a un cuento de temática escolar. Sin embargo, Tarbush es una novela sobre el fin del mundo. La eterna lucha entre el bien y el mal tiene lugar en el norte del Perú.

Desde su nacimiento este ejemplar no ha dejado de sorprenderme. Este mes se publica la quinta edición en Piura, aunque continúa pendiente la cobertura del ámbito nacional.

¿Cuáles son tus próximos proyectos?

Tengo como proyecto la producción de dos novelas. Una que se ubica dentro de lo que se conoce como literatura infantil y otra dirigida a un público más maduro. Asimismo, este año me animé a escribir poesía. Armé un conjunto de escritos bajo una unidad temática y lo envié a un concurso nacional. Para sorpresa mía, obtuve una mención honrosa. He recibido ya dos propuestas editoriales para ver publicada mi primera producción poética.

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