Es magíster en filosofía de la Universidad de Tours (Francia) y profesora titulada. Radica en Lima desde 1998 donde enseña filosofía en el Colegio Franco Peruano. (FOTO: Cortesía)
Es magíster en filosofía de la Universidad de Tours (Francia) y profesora titulada. Radica en Lima desde 1998 donde enseña filosofía en el Colegio Franco Peruano. (FOTO: Cortesía)

El 3 de diciembre, en la Feria Ricardo Palma, presentará su nuevo libro “Esclavas” la escritora francesa radicada de forma permanente en nuestro país. Conversamos sobre este gusto adquirido por nuestra incierta patria.

¿Amas al Perú?

Mi relación con Perú es de amor, odio, como cada relación pasional. Amo el Perú porque me ha hecho nacer una segunda vez cuando llegué a los 30 años, nacimiento escogido ese. Y me ha hecho crecer. Me casé con peruano, tengo un hijo peruano, hice mi vida aquí. Siento que le debo todo a la parte Pachamama. Pero a la vez, 25 años de inmersión en la sociedad peruana no pueden dejarme indiferente. Mi mirada es francesa y vengo del país de los Derechos Humanos, lo que exagera quizás esa rabia que tengo hacía las injusticias. Odio las injusticias sociales que la política y la historia de ese país han producido.

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¿Cómo es publicar en un idioma que no es el nativo tuyo?

Escribir en otro idioma, lo que voy haciendo desde mi primer libro Geometría del deseo, publicado en Perú en el 2011, es todo un desafío. Al igual que Nancy Huston, escritora anglófona canadiense que escogió el francés, su segundo idioma para escribir su obra, diría que escribir en español me ayudó a “perder el norte” y a inventarme otro. En francés la expresión “perder el norte” significa algo como estar desorientado. Para Huston, la combinación de su dominio del francés (por haberlo estudiado) y la distancia que le daba el no ser una hablante nativa, le ayudó a encontrar su voz en la literatura. Es lo mismo para mí.

¿Qué temas peruanos te inspiran al escribir?

El clasismo, el racismo, el machismo, la condición de la mujer, por el lado distópico de mi escritura. La sabiduría de los pueblos originarios y nativos por el otro lado. Investigo mucho las culturas precolombinas, el conocimiento que albergan las plantas andinas y amazónicas, y la tradición chamánica que lo guarda. Frecuento bastante la Amazonía peruana donde he construido una casa que se ha vuelto mi refugio para escribir e investigar la naturaleza y los pueblos nativos. Eso va por el lado futurista “solar punk” de mi escritura. Lo voy desarrollando junto con mis compañeros del Colectivo de Futurismo andino y amazónico Qhipa Pacha al cual pertenezco desde hace un par de años.

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¿Qué encontraremos en “Esclavas”?

“Esclavas” es una ficción especulativa distópica con enfoque de crítica social que cuenta las relaciones turbulentas de la narradora con sus 11 empleadas domésticas (que llama esclavas) en varias capas, y a lo largo de 400 años, en una ciudad latino americana nunca nombrada, pero que bien podría ser Lima. Intenta explorar las múltiples facetas de la dialéctica amo/esclavo que estructura la condición humana en general, y en particular las relaciones entre mujeres de distintas clases sociales, entre culturas, en la familia, y dentro de la misma psique de la protagonista, desde la mirada de una mujer europea expatriada de clase y cultura dominante. Está construida en tres pisos como una casa. Diría que es una “novela-casa”.

¿Qué próximos proyectos tienes?

Tengo varias novelas en gestación que duermen en las carpetas de mi computadora, y una novela ya lista para salir que se llama Isy Brown y se inspira de mis años universitarios en Francia. Es una novela de aprendizaje que explora los conflictos de una post adolescente a la hora de enfrentar la vida adulta. Es más realista. Por otro lado, escribo cada vez que puedo reseñas sobre todo en Las Críticas, una revista que intenta visibilizar la literatura hecha por mujeres. En paralelo tengo varios cuentos por salir con la editorial Pandemonium a raíz del colectivo Qhipa Pacha en el cual creo mucho.

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