En el corazón de los Andes apurimeños, la quesería familiar Di O’Valle, ubicada en Marcahuasi (Abancay), está revolucionando la tradición láctea peruana con una propuesta que une la artesanía andina y la técnica europea. Inspirados en los quesos Fontina, Formaggella y Sbrinz, esta empresa familiar ha creado sus propias versiones con identidad local: Kerap, Marcaw y Wakansay, tres joyas gastronómicas que combinan sabor, historia y territorio.
La iniciativa nació del amor por el queso y el vino, convirtiéndose en un proyecto familiar que prioriza la calidad de la materia prima y los métodos artesanales. El resultado es una línea de quesos maduros con procesos de maduración que van desde los seis meses hasta los tres años —e incluso más—, alcanzando sabores intensos y complejos que han comenzado a despertar interés fuera del país.
“Pinto la luz andina y la tropical”, dice el productor con orgullo, “nuestros quesos reflejan el alma de los Andes, pero con el rigor y el refinamiento de las técnicas europeas”.

Los tesoros queseros de Marcahuasi
- 🧀 Kerap (tipo Fontina): inspirado en la zona de Kerapata, es la versión andina del Fontina italiano. Su textura cremosa y sabor intenso lo hacen ideal para tablas de queso o platos calientes.
- 🧀 Marcaw (tipo Formaggella): bautizado en honor a Marcahuasi, este queso de pasta blanda tiene un gusto amable y equilibrado, pensado para todo tipo de paladares.
- 🧀 Wakansay (tipo Sbrinz): el más añejo del trío. Elaborado con leche fresca de ganaderos locales, su proceso de maduración puede extenderse hasta diez años, dando lugar a un queso de sabor profundo y carácter excepcional.

Tiempo, paciencia y dedicación
El proceso artesanal de Di O’Valle es meticuloso y respetuoso con los tiempos naturales:
- Los quesos se elaboran una vez por semana en lotes de 50 a 100 litros de leche.
- La maduración y curado se realiza en una cava especial, donde los quesos son tratados a diario con salmuera para desarrollar su sabor.
- Los más jóvenes maduran seis meses, mientras que los añejos —de hasta una década— alcanzan precios que van de S/ 250 a S/ 600 por kilo, según su tiempo de curado.
A pesar de su producción limitada, la demanda crece cada año, gracias al boca a boca y al envío de productos a otras regiones e incluso al extranjero. La familia planea abrir pronto un punto de venta exclusivo, donde ofrecerán no solo sus quesos, sino también productos complementarios como mermeladas y vinos locales.
