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El hambre y la pobreza son variables que están siempre presentes en la historia de los distritos más alejados. Como una iniciativa para cubrir las necesidades de alimento y dinero nacen los comedores populares, una propuesta autogestionaria de distintos grupos de mujeres, madres, amigas, hermanas y vecinas que ansiaban descartar el hambre de sus hogares y distritos. Los comedores crecieron por el propio empuje de las señoras, que se vio reflejado en políticas públicas de acceso y reconocimiento.

El último gran logro que han obtenido estas mujeres es estar presentes en la Feria Gastronómica del Perú . Este año el concurso Teresa Izquierdo, homenaje a esta reconocida cocinera peruana que resaltaba la sazón de la cultura peruana, premió a tres comedores populares por su trabajo, dedicación, creatividad y esfuerzo.

Una opción en Santa Anita. La Cocina Familiar N° 89 del comedor Santa Rosa de Lima del Sol, uno de los ganadores, presenta en el stand de Comedores Populares un delicioso ají de gallina. Este comedor, que atiende aproximadamente a 85 personas a diario, comenzó en 1983 cuando Irene Ramírez Buitrón, junto con un grupo de madres de Santa Anita, comenzó a gestionar la creación del comedor popular ante la entonces primera dama Violeta Correa de Belaunde, quien impulsaba fuertemente estas iniciativas sociales. Se inauguró el 16 de junio de 1985 gracias al esfuerzo que le pusieron las señoras.

Desde su primer día de funcionamiento hasta ahora no ha dejado de funcionar. Aunque no les haya sido fácil, 15 mujeres acuden a cocinar de lunes a sábado, con un solo día de descanso, sin sueldos ni seguros, algunas de las fundadoras ya fallecieron o tuvieron que alejarse por cuestiones de salud.

Fuerza y silencio. Irene Ramírez, presidenta y principal impulsora de este comedor, es de Ayacucho, llegó a Lima hace 48 años por la situación laboral de su esposo. Escapó de la oleada de violencia que sufrió la región y que la dejó sin gran parte de su familia, ya que varios familiares suyos fallecieron en manos de los terroristas. Recuerda que en la época de la violencia política ni la labor social de los comedores populares los salvaba. “Nos visitaron en pleno terrorismo, saquearon el dinero, los víveres y nos amenazaron. Tuvimos que guardar silencio porque ya habían asesinado a una dirigenta de los comedores populares”, recuerda. La estabilidad de los comedores no era buena, cuando los terroristas ingresaban, las señoras temían por sus vidas y preferían irse, “volvieron porque había necesidad, teníamos que estar aquí por los huérfanos, habían niños, viudas y personas mayores que vinieron a causa del terrorismo y teníamos que atenderlos”, comenta.

Sirviendo siempre. Ramírez Buitrón comenta que entre las principales carencias que tiene el comedor se encuentra la falta de utensilios y electrodomésticos, que por el excesivo uso se malogran. Además del presupuesto que muchas veces no alcanza para cubrir los costos.

Y aunque eso pase siempre, hay personas que necesitan comer, “los vendedores, mototaxistas, gente de tercera edad que no ha tenido jubilación, gente con necesidad que necesita comer”, explica y añade, “ahora que hemos llegado a Mistura vamos a tener más ánimo para trabajar”.

DATO

85 personas atienden diariamente en la Cocina Familiar N° 89.

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