“Para Luis Repetto esa fecha transcendía largamente a una celebración vacía y estaba por encima de cualquier discusión polarizante”, escribe Andrés Ugaz Cruz, patronato por la Cocina del Callao.
“Para Luis Repetto esa fecha transcendía largamente a una celebración vacía y estaba por encima de cualquier discusión polarizante”, escribe Andrés Ugaz Cruz, patronato por la Cocina del Callao.

Fue gracias Luis Repetto Málaga, incansable gestor cultural, que supe de la importancia del descubrimiento del Río Amazonas. Han pasado 10 años desde esa primera conversación que terminó convenciéndome en participar en la conmemoración en la ciudad de Iquitos, y desde esa primera vez no he dejado de regresar todos los años alrededor de una fecha innegociable en mi calendario. Fue el 12 de febrero del 1542 en que Francisco de Orellana descubriera una vía principal de navegación para llegar hasta el Atlántico: el Amazonas.

Para Luis Repetto esa fecha transcendía largamente a una celebración vacía y estaba por encima de cualquier discusión polarizante. Se alejaba con la misma fuerza de la apología hispánica como de la romantización del indio bueno. “La Amazonía se conoce poco y lo poco que se conoce, se conoce mal”. Se fijó en esa fecha no como un evento fundacional, sino como una oportunidad estratégica de resignificar la Amazonía desde la contundencia de su propia cultura.

En un extraordinario ensayo de la antropóloga Morgana Herrera sobre la construcción de la peruanidad desde la Amazonía, relata que desde las primeras políticas de integración de la Amazonía en el gobierno de Ramón Castilla hacia 1845, este territorio representaba infinitas posibilidades desde la agricultura y luego desde el boom cauchero y tal como aquel país de la canela que buscó Orellana hace ya 483 años, la Amazonía fue el nuevo dorado capaz de regenerar al Perú. Una narrativa regenerativa desde la explotación, la deshumanización y la estigmatización del hombre y la mujer amazónica. Y fracasó.

Repetto emprendió otra forma de regeneración desde el lúcido cálculo y el convencimiento de que “…la cultura no es una dádiva, es un derecho fundamental para el desarrollo del hombre. Su estrategia fue desde la conmemoración, según su definición, esta revela cómo se define una nación y es la afirmación más o menos consciente de la identidad colectiva. Por eso su alianza con Jorge Linares y Karla Ramenber, de Iquitos Cultural, y la convocatoria al extraordinario pintor Christian Bendayán, la investigadora y la gestora cultural Sonaly Tuesta, el experto en la gestión portuaria, Menotti Yáñez, y el fundador del grupo Cultural Yuyachkani, Miguel Rubio. Además de la alianza con la Pontificia Universidad Católica en la persona de Emilio Díaz, quien liderara proyectos desde el Patrimonio Alimentario Regional; y justamente desde este enfoque llegué a esta gesta.

En 15 años han llegado muchas personas del ámbito cultural y gestores territoriales. He sido testigo de todos los esfuerzos que significa sostener el legado de Luis Repetto, quien nos dejara en el 2020 en la pandemia. He tenido la oportunidad de ver el extraordinario trabajo del antropólogo Gerardo Castillo en “La Ciudad y el Río”, representaciones de Iquitos desde la fotografía, la pintura y el paisaje sonoro. Y claro, con mucha satisfacción he visto cómo todas las expresiones culturales se pueden entretejer desde la cocina con identidad, en comunidades como Astoria, barrios como Punchana y ahora distritos como Santa Rosa en la triple frontera.

En la celebración del año pasado, la congresita Karol Paredes nos prometió institucionalizar el 12 de febrero como día de la Amazonía Peruana. Y lo logró.

Este año fue histórico. Trece ministerios, seis congresistas, el presidente del Congreso y autoridades locales firmaron un acta para para el desarrollo sostenible de la Amazonía. Tuve el honor de llegar con una delegación del Callao. Luis Repetto no se equivocó. Era cuestión de resistir desde la cultura en todas sus expresiones, hasta que un día llegaría la caballería.