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"La última tarde", segundo largometraje del realizador peruano Joel Calero, participa en la competencia oficial de ficción del 20 Festival de Cine de Lima. Protagonizada por Katerina D'Onofrio y Lucho Cáceres, narra la atractiva historia de una pareja de ex militantes de izquierda ligados al terrorismo que se reencuentran después de 19 años. Conversamos con Calero a propósito del filme, que todavía no tiene fecha de estreno a nivel nacional.

-"La última tarde" es tu segundo largometraje. ¿Cómo nació la idea de hacer una película con dos personajes que sostengan el relato?

Dos razones principalmente. Una primera de producción. “Cielo oscuro” me tardó siete años hacerla. Demasiado tiempo. Mi segundo largo iba a ser una superproducción, cuyo guión está escrito, y se llamaba “Cusco affair”. Una historia con cuatro líneas paralelas que se intersectan en Cusco, con franceses, argentinos, españoles y peruanos. Era un delirio. Si con una película simple me tardé siete años, con esta me iba a demorar toda la vida. Entonces pensé que necesitaba hacer una película más concentrada, de dos personajes, lo más reducida posible.

-¿Y la segunda?

-La segunda tiene que ver con una cuestion si se quiere ideológica. Yo soy de la generación de los 80, pero relativamente próxima a la de los 70. Una generacion que, cuando yo estaba en la universidad, tuvo una vida política activa, de izquierda, y suponía una serie de jerarquías en tu vida personal. Con el correr del tiempo todo eso ha cambiado. Por eso me preguntaba cómo se sentiran los antiguos militantes que apostaron tanto en esos tiempos, qué pasó con su pulsión personal, sus ideales, sus ganas. También conocí concretamente a un amigo que en algún momento tuvo militancia política fuerte, activa, y que ahora trabaja en microcréditos

-Una pareja se reencuentra después de mucho tiempo para resolver un asunto legal (divorcio) y separarse definitivamente. Una historia muy concreta, con un tinte ideológico.

Sí, yo siento que la película tiene un lado emocional, de pareja, y otro político, ideológico que, además, se entremezclan. Claro que no es cualquier tipo de pareja, son dos militantes de izquierda (de distinta clase social), que estuvieron metidos en la subversión.

-Esta manera de plantear el recorrido de los personajes por las calles de Barranco remite claramente al cine de Richard Linklater, especialmente de sus películas “Antes del amanecer” y “Antes del atardecer”.

Por supuesto, claro que sí. “Antes del atardecer” es una película de referencia, absolutamente.

-Por lo menos para encaminar el inicio del relato.

Sí, porque después, hacia la mitad, muta a otra cosa. Esa película de Linklater la he visto 10, 15 veces, la he estudiado.

-Además, para esa película había que trabajar mucho los diálogos. Y en la tuya, como en la de Linklater, se evidencia que los actores han trabajado o aportado también en ese aspecto.

Esa es mi manera de trabajar las películas. En “Cielo oscuro” y esta he hecho exactamente lo mismo. Yo llego con un guión bastante trabajado, octava versión, décima versión, y durante mes y medio o dos meses trabajo con los actores, reescribiendo sus diálogos, de modo que ellos le impriman primero su sintáxis, su fraseo, pero incluso modificaciones un poco más conceptuales.

-Ya, pero una cosa es llegar con un guión muy elaborado a una película como “Cielo oscuro” y otra muy distinta es hacerlo con “La última tarde”, porque en esta la misma mecánica narrativa va a obligar a que los actores improvisen y pongan cosas personales o aporten ideas propias.

Por eso yo diferencio. El guión es mío, pero la versión final de los diálogos es de ellos (los actores). Trabajámos en los ensayos lo que ya estaba escrito y ellos iban cambiando algunos fraseos, pero en ciertos momentos no solo eran fraseos, eran diálogos o pequeños fragmentos de diálogo. Sin embargo, la estructura básica nunca cambió, pero sí el revestimento, la floritura. Lo que se dice tiene muchos aportes de los dos actores y de Daniel Amaru Silva, un dramaturgo que fue mi asistente de dirección. En los ensayos estábamos siempre los cuatro, se hacían cambios y él también aporto muchas sugerencias. Fue un trabajo muy rico a ese nivel.

-Hablemos de los protagonistas.

Yo siempre hago un casting, riguroso, minucioso. Es más, a Lucho Cáceres le parece que soy un abusivo con los actores porque el casting tiene 20 páginas.

-Eso significa que haces una audición.

Claro, con escenas.

-Pero no lo hiciste con Lucho Cáceres, que ya ha trabajado contigo.

Con él ahora no.

-¿Fue Cáceres tu elección para el personaje de Ramón desde el primer momento?

Sí. Y no es por amistad. Es por rentabilizar todo lo que trabajé con él. Para hacer “Cielo oscuro” hubo 5 o 6 meses de ensayos diarios con los actores. Yo sentía que ya había hecho un trabajo fuerte con él. Pero Lucho no quería hacer el personaje. El primer día que leyó el guión me dijo: 'Yo no voy a interpretar a ese hijo de puta mientras no le pida perdón al país por lo que le hizo'. Entonces yo le respondí: '¿Tú me vas a obligar a mí, director y guionista, a hacer que mi personaje le pida perdón al país?'.

-Ese no es el sentido de la película.

Cierto, pero para que te des cuenta de los reparos y prejuicios que tenía. En ese sentido, es bien interesante todo el trabajo que hizo Lucho Cáceres para comprender al personaje. Algo que ayudó mucho fue que leyera el libro “Los rendidos”, de José Carlos Agüero, hijo de dos exsenderistas muertos. Ese libro fue decisivo, un punto de inflexión. Le hizo comprender y sentir próximos a los subversivos, que incluso podrían haber sido sus amigos. Gente común y corriente. Lo ayudó a exorcizar sus demonios.

-¿Y con Katerina D'Onofrio?

Hice un casting exhaustivo a todas las actrices de su generación. Hubo mucha gente conocida.

-Y ella fue la que te gustó más.

De lejos.

-Katerina es una actriz con experiencia en teatro y ha hecho poco cine. ¿Qué te atrajo de ella?

-Me gustó la posibilidad de poder transitar por varios estadíos emocionales con ella. La sutileza, sentirse conmovida, desafiante, reírse. Yo sabía que una película cuyo mayor reto estaba en el trabajo actoral necesitaba un personaje que pasara por esos estadíos emocionales, incluso el cautivarse por el otro. Y todo eso me lo daba Katerina.

-¿Ensayaste mucho con los dos?

Claro, con ambos. Fue un mes y medio de ensayos diarios; cinco, seis horas al día.

-Hicieron los recorridos también?

Al final, después de trabajar en mesa, después de reescribir el guión, hicimos todos los recorridos. Entre otras cosas porque necesitábamos ajustar los diálogos a la duración de la caminata. Eso implicó que yo redujera, concentrara, porque los díalogos tenían que calzar exactamente con el recorrido.

-¿Como planteaste el rodaje en exteriores?

Eso fue un buen trabajo de producción, coordinando, cerrando calles, cuidando mucho las interferencias, aprovechando pequeños fragmentos para filmar. Fue una labor exigente, un muy buen trabajo de Carolina Denegri, productora de la película.

-Una primera parte de la película ilustra el reencuentro de la pareja después de 19 años, pero luego empiezan a salir ciertas revelaciones que van enriqueciendo la narración.

Sí, dos militantes de izquierda, subversivos, que no se han visto en 19 años, y además la mujer desapareció sin dejar rastro, pues tienen mucho qué decirse. A mí, en la segunda parte, lo que me interesaba mostrar era cómo a partir de hechos del presente se puede evocar al pasado, convocarlo. Por ejemplo, la escena del robo al auto de Laura y la violenta reacción de Ramón contra uno de los ladrones. Eso para ella es como revivir el pasado, cómo ese pasado empieza a afectarlos en el presente.

-La escena final, que rompe un poco con todo lo anterior, ¿estaba construida así desde un comienzo?

Sí. Una escena íntima, no sexual, que me pareció necesaria desde la escritura del guión. Me pareció interesante que en una historia en la que se habla todo el tiempo, sea la única escena silente.

-Los personajes han llegado a un momento en que sobran las palabras.

Sí.

-¿Cuál será tu siguiente proyecto?

Ya tengo un guión escrito. Se llama “La piel más temida”. Es la historia de una joven de 27 años que se ha ido -con su madre- del Perú a Inglaterra hace 21, cuando era una niña, y regresa al país porque quiere conocer a su padre, quien la abandonó. Este es un senderista preso en la cárcel de Paucartambo en Cusco. Lo primero que hace la protagonista al retornar es visitar a su abuela paterna que no sabe de su existencia. Por una parte es una película de descubrimiento, de filiación. Por otra, se plantea el tema de su sexualidad. Ella tiene un novio en Inglaterra y aquí conoce a unas personas con las que hace amistad y empieza una relación lésbica con una turista inglesa.

-¿Has pensado en alguna actriz para el papel de la chica.

Todavía no.

-¿Lucho Cáceres haría el papel del padre?

He pensado en él para ese personaje. 

(Esta es la versión completa de la entrevista publicada en la edición impresa de Correo)

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