20° Festival de Cine de Lima: Aquarius
20° Festival de Cine de Lima: Aquarius

“Aquarius” es el segundo largometraje de ficción de Kleber Mendonça Filho, quien ya nos había sorprendido hace unos años con su muy lograda ópera prima “El sonido alrededor” (2012), relato urbano anclado en la ciudad de Recife que cruzaba los destinos de varios personajes en un amplio condominio. Película de espacios interiores sólidamente planificados, de exteriores amenazantes, con elementos de misterio, de pesadilla.

Si en “El sonido alrededor” el cineasta optaba por plantear el relato desde diversos puntos de vista, en “Aquarius” prima básicamente el punto de vista de la protagonista, una viuda y ex crítica de música llamada Clara (la mítica Sonia Braga en excelente actuación), quien se rehúsa a vender su departamento a una empresa constructora que ya se apropió del resto de pisos del condominio, ubicado en una zona exclusiva de Recife.

Clara se convierte así en víctima de una progresiva hostilización por parte de inescrupulosos hombres de negocios, pero como mujer libre y decidida, dueña de una personalidad fuerte e indesmayable, sale al frente de sus agresores. Al mismo tiempo, la soledad de su entorno le permite volver sobre sus propios recuerdos o reunirse ocasionalmente con algunos amigos y familiares.

PRESENCIAS ESENCIALES. Mendonça Filho acierta en la descripción de los distintos ambientes por los que Clara se moviliza, convirtiendo sobre todo los espacios de su departamento y del condominio en presencias esenciales para el desarrollo de la acción, con una cámara siempre al acecho, como para descubrir cualquier detalle por más mínimo que sea.

La sexualidad también está muy presente, tal vez de manera todavía más natural que en la cinta anterior del director. No solo en la discreta desnudez de Clara, sino en los breves y nostálgicos recuerdos de juventud de una tía suya al inicio de la cinta, e incluso en uno de los momentos más agresivos en su contra (la orgía en el piso superior) que, curiosamente, enciende su libido.

Importan, asimismo, los contactos de Clara con el mundo exterior. La playa y el mar en el que parece renacer tras cada zambullida, la amiga que le proporciona el teléfono del servidor sexual, la abogada que la asesora frente a la amenaza empresarial (termitas incluidas). Todo le sirve, todo le suma en esa lucha personal, de absoluta resistencia a ser invadida, destruida.

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