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Aunque está pendiente que la ONU lo reconozca oficialmente, hoy se celebra el Día Internacional del Hombre. El profesor Thomas Oaster de la Universidad de Missouri-Kansas (EE.UU.) tuvo la acertada idea de lanzarla un día como hoy en 1992 y su impacto fue muy bien recibido en muchos países. Es verdad que vivimos en una sociedad históricamente patriarcal -que no es lo mismo que sea machista- y quizás por esa razón hemos concentrado los mayores esfuerzos en la mujer, lamentablemente en una condición de mayor vulnerabilidad y desventaja respecto del varón, llevando a los gobiernos y a los pueblos, en general, a asumir que era más provechoso promover el acortamiento de esas desventajas o desigualdades.

La idea realmente dominante preguntaba: ¿Para qué tributar reconocimiento a quien concentra más poder? Para empoderar al varón, incluso cundió en la costumbre social la cuestionada frase: “Detrás de todo gran hombre hay una gran mujer”, para muchos convertida en partera de la desigualdad de género, al presentar a la mujer subordinada al hombre. Felizmente, Ingeborg Breines, directora del Programa Mujeres y Cultura de Paz de la Unesco, en su momento, apoyó la iniciativa de elegir un día internacional para el varón y esa decisión coadyuvó a ir sembrando la idea de la denominada igualdad entre varones y mujeres. En el alba de la civilización, cuando el hombre yacía sumergido en su afán de sobrevivencia y coexistía con sus demás congéneres entre el nomadismo y el sedentarismo, el mundo pasó del matriarcado, donde la mujer era el centro de la existencia, al patriarcado por la fuerza, que se volvió en ese instante en la regla para el dominio y la conquista. Por esa razón, gran parte de las culturas de la humanidad han seguido ese patrón, constituyéndose esencial y notoriamente en patriarcales, guste o no a las respetables feministas que forzadamente quieren cambiar la explicación del proceso histórico de la sociedad internacional. El hombre no debe ser valorado por su incontrastable fuerza física, por cuya razón fue “sentenciado” en el imaginario social a “trabajar con el sudor de tu frente”. Representa el 50.5% de la población mundial (3,787'500,000) -en el Perú son el 49.2% (14'450,757)-, y no es cierto que sea el sexo fuerte.