La acusación que se hace sobre Nicanor Boluarte, hermano de la presidenta Dina Boluarte, sobre el aprovechamiento político de las prefecturas y subprefecturas, debería llevar a que se inicie un debate que lleve a eliminar, de una buena vez, esas dependencias anacrónicas que aparte de escándalos, solo generan gastos absurdos por realizar escasas funciones que bien podrían ser asumidas por otras entidades públicas.

Durante muchos años, los gobiernos que no logran apoyarse en el genuino respaldo de los ciudadanos en virtud a una gestión eficiente y honesta, han apelado, con mayor o menor descaro, a los prefectos, subprefectos y tenientes gobernadores, que siempre son al menos allegados al oficialismo de turno, para movilizarlos a modo de portátil, lo que no es más que un vil aprovechamiento de funcionarios y recursos públicos para fines ajenos a la función.

En la práctica, sus funciones son totalmente prescindibles que pueden ser asumidas por gobiernos regionales, municipalidades o jefaturas policiales si se trata de autorizar eventos públicos. Sin embargo, nadie hasta ahora se ha atrevido a eliminar estos cargos dependientes del Ministerio del Interior, ocupados por gente que en las ceremonias públicas y eventos cívicos aparecen con vistosas y pintorescas bandas en el pecho. Incluso algunos se creen presidentes.

A los que se oponen o tienen dudas sobre la conveniencia de eliminar prefecturas, subprefecturas y demás, habría que preguntarles si saben qué funciones tienen o si recuerdan el nombre del prefecto de Lima o de quienes ocupan esos cargos en el distrito donde viven. No olvidemos que, además, estos funcionarios nombrados a dedo e incondicionales a quien esté en Palacio de Gobierno reciben un sueldo y cuentan con locales, por lo que su desaparición también implicaría un ahorro.

La congresista Susel Paredes ha puesto sobre la mesa la idea de erradicar estas instituciones y evitar su eterno uso político. Es algo que se debe apoyar, aunque conociendo cómo funcionan acá las cosas, difícil que en el Congreso esta idea prospere, pues las bancadas sueñan con llegar en algún momento al poder, y qué mejor si al hacerlo cuentan con entidades pagadas por todos los peruanos para usarlas como aparato de movilización y tener aplausos “gratis”, ¿no?.