Cada vez más la gente percibe que los congresistas trabajan solo para su beneficio personal. Los últimos hechos en el Parlamento lo confirman. Costosos buffet, grandes gastos en alfombras, numerosos viajes al interior y exterior del país y hasta contratación de playas de estacionamientos privadas han generado el rechazo unánime de los peruanos. No es raro entonces que más del 90% de los ciudadanos, según las últimas encuestas, desapruebe al Legislativo.

Parecería que los congresistas no entienden que su labor no es durar en sus puestos de privilegios: es trabajar para la ciudadanía. Esto solo genera el hartazgo de la gente que ayer le confió su representación y le pidió la solución de sus problemas. Si los parlamentarios prefieren satisfacer sus intereses personales antes que todo, solo pondrán en peligro el sistema. La falta de respuestas de los gobernantes, la corrupción y la desidia ensombrece a todos y principalmente a la clase política. Con su indolencia van a propiciar la aparición de extremistas y demagogos que intentarán tirar al abismo la democracia.

Si no se ponen a la altura de los desafíos del país y no escuchan las grandes demandas de los peruanos, sería bueno que evalúen la posibilidad de dar un paso al costado y adelantar las elecciones generales. Hay que asumir la responsabilidad de interpretar cuanto antes las necesidades de la mayoría.