El candidato César Acuña está metido en tremendo lío, por decir lo menos. Ahora que se han encontrado plagios como cancha en su tesis doctoral y en una de sus tesis de maestría, ha quedado más chato que nunca. Y la calle se pregunta: si su carrera académica es un engaño, ¿qué será su carrera política?

El pez por la boca muere. Recordemos que las palabras de Acuña al inaugurar la Feria del Libro de Trujillo en 2013 fueron lapidarias: “Los que me conocen de cerca saben que no leo, que nunca escribo”. Solo faltaba seguir jalando el hilo de la madeja.

Entonces la mentira se puso toga. Pero, como adelantó Sócrates, la mentira nunca vive hasta llegar a vieja. El líder de APP, el que amasa millones gracias a sus universidades, el que regala becas a diestra y siniestra y jura ser de una raza distinta, resultó ser más de lo mismo: puro floro, puro bururú. El ampay parece irrefutable.

Se vendió como el abanderado de la educación; se pintó como un chancón y al parecer solo aprendió a copiar y pegar (copy and paste). ¿Qué diría César Vallejo si supiera que este señor tiene una universidad con su nombre pero lejos de su prestigio? Probablemente se volvería a morir.

Y es que el asunto no es grave: es gravísimo. El plagio no solo implica un embuste, un robo, una tremenda falta de ética, sino también un delito. La Universidad Complutense de Madrid, donde hizo el doctorado de marras, ya empezó la investigación y es posible que le retire el grado de doctor. De ser así, peligra su candidatura a la Presidencia de la República. Y no podrá decir “esto no se trata de mí, se trata de ustedes”. Qué tal raza.

Lo digno sería renunciar, pero la dignidad no es precisamente una característica de nuestra clase política, así que no esperemos tanto. Ahora solo queda aguardar la resolución de la universidad madrileña, el respectivo dictamen del Jurado Nacional de Elecciones, y ver hacia dónde se irían los votos que perdería Acuña. Con Keiko cómoda en la punta y PPK aparentemente estancado, esta situación podría sumarle puntos al APRA (y eso que Alan García también tuvo roche con su “doctorado”). La política nuestra de cada día, señores.