Hombres y mujeres del Perú, convengamos en que Alejandro Toledo ya resulta imposible, por decir lo menos. Si hasta un premio Nobel en la Conchinchina se ha inventado.

Oiga, el Perú que lo eligió Presidente en 2001 ha virado 180 grados, pero él sigue con la misma cantaleta. “Vamos a redibujar el rostro social del Perú”, repromete bajo el desgastado alegato de que “la economía es mi chamba”. Y la fotografía que lo acompaña también es repetida: pollos y papayas en mano, flanqueado por las insondables muecas de Eliane Karp. Lo que olvida el exmandatario es que no por mucho madrugar en los mercados se amanece más arriba en las encuestas.

Vamos a separar la paja del trigo. El gran cometido del Cholo, su prioridad A1, no es ganar las elecciones de 2016, sino salir bien librado de las investigaciones por el caso Ecoteva -que acarrea el delito de lavado de activos-, y en ese propósito la vigencia partidaria tiene rango imperativo, por lo menos para salvar la valla electoral. Si por A o B se le presenta la Virgen en el camino y accede otra vez a la Presidencia, ya sería otro cantar (gregoriano).

El tema ahora es que la chakana ha volado en mil pedazos tras la renuncia de Luis Thais y Daniel Mora por el nombramiento a dedo de Marcial Ayaipoma (el de los toros) y Carmen Omonte (la de los pañales) como candidatos a las vicepresidencias. Y es que Perú Posible es su comarca, su terreno, aunque no parece conocer bien a sus pescados pese a ser el resultado de un error estadístico, como se jacta por su paso por la Universidad de Stanford. ¿Y si le pedimos a Mark Zuckerberg que nos ayude a decodificar a Toledo?