El Congreso aprobó un nuevo retiro extraordinario de los fondos de pensiones, en medio de las alertas de economistas que vaticinaron -una vez más – el desplome de la economía y el apocalipsis “para los más pobres”. El argumento preferido fue esta vez que se desataría una tremenda inflación porque se incrementaría notablemente la masa monetaria.

Revisemos hechos. Empezando por el hecho de que este es el sexto retiro y la economía sigue viva. De otro lado, la bolsa de valores se resintió fuertemente al día siguiente de la norma y no faltó quien lo relacionara a las AFPs, pasando por alto que la Bolsa de Nueva York de desplomó ese mismo día y arrastró a las bolsas de la región. Por tanto, las AFPs no movieron ni un pelo de la Bolsa limeña. Por ahí no va.

Veamos la inflación La devolución de fondos de pensiones solo afecta a 28% de la PEA que tiene empleo formal. ¿Tienen tanto peso monetario como para gatillar un proceso inflacionario de fuerte intensidad? Muy poco. Además, si bien la expansión del dinero impacta en los precios, eso no ocurre en situaciones de alto desempleo, cuando la economía está muy por debajo de su producción potencial.

La medida persigue activar el consumo y expandir la demanda agregada, para así mejorar las ventas e impulsar al sector empresarial y el empleo. Esto desde la macroeconomía. Desde las finanzas, es facilitar una decisión de liquidez versus rentabilidad: de nada sirve ser rentable si se está ilíquido. Este dinero, por lo menos permitirá a 4.5 millones de familias, cubrir faltantes de consumo o pagar deudas peligrosamente urgentes.

La inflación ya es un peligro con o sin devoluciones. Viene fuerte por el lado de los costos. Por el aumento del precio del petróleo cuyo origen es la guerra Rusia-Ucrania, y por otra, por la reciente subida de la tasa de interés de referencia por la FED de EEUU, que incrementará el costo del crédito en dólares. La inflación de este año va a ser alta, pero no por las devoluciones de las AFPs.