Si por esas cosas que solo pasan en un país a veces surrealista como el Perú, el gobierno o en Congreso caen desde el 2026 en manos de un asesino de policías, xenófobo, misógino, acomplejado, resentido y comunista cavernario que no cree en la democracia, la libertad y estado de derecho, la única responsabilidad será del actual Jurado Nacional de Elecciones (JNE) que ha dado luz verde a la inscripción del partido del exrecluso Antauro Humala al amparo de legalismos y tinterilladas.

Alucinante la justificación que ha brindado a través de Radio Santa Rosa el presidente del JNE, Jorge Salar Arenas, para dar luz verde a la inscripción de la llamada Alianza Nacional de Trabajadores, Agricultores, Universitarios, Reservistas y Obreros (ANTAURO). Afirma que esta agrupación formalmente no pertenece al “carnicero de Andahuaylas” que ha pasado casi 17 años en la cárcel, porque su nombre no figura en los papeles presentados ante la autoridad electoral.

Es decir, para este señor, ANTAURO no tiene nada que ver Antauro Humala, el que quiere arreglar el Perú fusilando gente, robando propiedad privada, acabando con la libertad de expresión y otras barbaridades. Con los antecedentes de este criminal y lo que propone, había muchos caminos para impedir que su grupo quede habilitado para participar en elecciones. Pero no, allí estaba el JNE de Salas Arenas para darle el pase y permitir que este sujeto salte de las páginas policiales a las de temas políticos.

Ahora el asesino Humala se presenta como “el Nayib Bukele peruano” para promocionarse como el bravo de los bravos en la lucha contra la criminalidad que a todos los peruanos nos agobia. Sin duda es un discurso fácil, sin mayor sustento técnico ni legal y solo basado en la máxima del “pensamiento antaurista”: fusilar y fusilar hasta llevarnos al reino de la barbarie y de las cavernas al amparo de ese mamarracho “ideológico” llamado “etnocacerismo”, una creación alucinada del patriarca del clan familiar.

No veamos como remotas ni jaladas de los pelos las posibilidades de éxito electoral de Antauro Humala. Basta que levante en las encuestas para que la izquierda en todas sus variables, hasta la barranquina, miraflorina y sanisidrina, se suba a la aplanadora de este sujeto como lo hizo con Pedro Castillo, al que por un metro cuadrado de poder y una que otra chambita le perdonaron su alianza con un corrupto y machista como Vladimir Cerrón, sus nexos con los terroristas del Movadef y hasta sus descomunales limitaciones académicas, profesionales y políticas.